Una planta mística: El peyote (Lophophora williamsii) es una planta perteneciente a la familia de las cactáceas que se distribuye en el norte de México y el suroeste de Estados Unidos, en la franja desértica que rodea al Trópico de Cáncer. Es un cactus pequeño, de color verde azulado y a diferencia de muchas otras cactáceas, no presenta espinas. La fama de este pequeño cactus se debe a que es la planta alucinógena de mayor uso en toda Norteamérica, aunque también es reconocida por sus propiedades medicinales.
Al no presentar espinas, la principal defensa del peyote frente a sus depredadores es un sabor desagradable que impide que los animales del desierto intenten comerlo. Detrás de este peculiar sabor se encuentran más de cincuenta sustancias conocidas como alcaloides. Muchas de estas sustancias tienen propiedades psicoactivas que alteran la percepción de la realidad cuando son consumidas en cantidades adecuadas. La más conocida de estas sustancias —y la responsable de los efectos asociados al consumo de peyote— es la mescalina.
Historia
El peyote tiene una dilatada historia que se remonta hasta la época precolombina. Su larga tradición tanto medicinal como ritual entre los indígenas mesoamericanos (mexicas, huicholes y navajos), lo han convertido desde la antigüedad en un cactus mitificado y reverenciado.
Obviamente no existen evidencias que constaten el origen del uso del peyote, pero sí que hay algunas imágenes con más de 3000 años donde se representan ceremonias en las que se consume lo que parece ser peyote. Ya en 1560, los españoles que llegaron, concretamente el monje franciscano Bernardino de Sahagún, describió los efectos alucinógenos que producía la ingestión de dicha droga; señalando a los chichimecas como los precursores de su uso. Por tanto, la primera referencia histórica europea existente pertenece al siglo XVI, pero a partir de ahí, ha habido innumerables referencias.
Ya a finales del siglo XIX, el peyote inició un periodo de expansión hacia el norte gracias al resurgimiento de la Iglesia nativa estadounidense, muy ligada a la espiritualidad nativa. En esta corriente el peyote es conocido como “la medicina” y se emplea para luchar contra adicciones o enfermedades. Además, muchas otras organizaciones utilizan el peyote como un iniciador espiritual.
Efectos
A pesar de haberse usado desde tiempos inmemoriales, el peyote es una de las drogas psíquicas más potentes que se conocen en la actualidad. Sus efectos tardan en notarse pero, una vez comienzan, el viaje psicodélico es potente e intenso. Si se piensa en alguna droga que produzca una experiencia similar, solo se puede hablar de algunos hongos como Psilocybe cubensis o el LSD- 25.
En un principio se pueden notar fuertes náuseas, vómitos, calambre y llantos que no tienen relación con la tristeza. En las ceremonias rituales indígenas los vómitos iniciales son considerados la parte en la que se purificaba el alma. A continuación comienza un viaje psicodélico e introspectivo que puede durar entre seis y doce horas. El “viaje” suele ser una experiencia alucinante, sensorial y sensitiva que puede ir desde la sensación máxima de placer y gozo hasta la paranoia. La sensación de placer suele ir en aumento y se convierte en un viaje más extraño y psicodélico. El consumidor comienza a ver imágenes de colores muy brillantes e intensos, es decir, se sufre una experiencia especialmente visual.
A continuación, el viaje comienza a hacer volar a nuestra mente, enviándonos a un lugar oscuro, vacío y en calma, muy lejos de todo lo anteriormente conocido. En ese instante se puede sentir la sensación de volar, literalmente, y se está sumido en un estado alterado de consciencia en el que la empatía y el placer inundan nuestro organismo junto a visiones y sensaciones inexplicables. Estas sensaciones pueden variar en función del individuo y su situación personal al consumir el peyote. Algunas personas sufren experiencias mucho menos placenteras, incluso un poco traumáticas, por eso se recomienda consumirlo en grupo, junto a personas que puedan ayudar a relajarnos y tranquilizarnos.
Con el paso de las horas la experiencia se va reduciendo y, poco a poco, vamos volviendo a sentir el control de nuestra conciencia. Al día siguiente suele acompañarnos una sensación de relajación y de cansancio físico.
¿Cómo se consume ?
Para experimentar los efectos del peyote, se tienen que consumir la mescalina de varias cabezas de la planta. Hasta tres cabezas de peyote se pueden considerar como una dosis baja —dependiendo del tamaño de los mismos y la concentración de alcaloides. Los marakames y otros sacerdotes suelen consumir mucho más de diez botones para experimentar alteraciones profundas de la conciencia.
El peyote es sumamente amargo y se suele acompañar de alguna bebida dulce para hacer el sabor más llevadero. Se consume fresco, pero también se puede mantener en conserva con miel, deshidratarlo o prepararlo como una infusión. Los efectos del peyote comienzan a aparecer entre una y dos horas después de su consumo y pueden durar hasta ocho horas.
En medicina tradicional, el peyote se puede aplicar de forma tópica —ya sea fresco o en forma de ungüento— para aliviar dolores de músculos, huesos y articulaciones, así como para favorecer la cicatrización y tratar infecciones de la piel.
Modo de empleo
Existen tres formas principales de consumir peyote: masticar el cactus ingiriendo su jugo, llenar cápsulas con cabezas secas de peyote bien molidas y, por último, realizar tés o infusiones.
La dosis genérica son 100 mg, aunque la dosis varía en función del consumidor y el peyote consumido. Algunas personas necesitan menos de 100mg y otras no sienten una experiencia potente hasta llegar a los 350mg.
Indiferentemente de cual sea la forma de consumo escogida, desde Gea Seeds aconsejamos consumir el peyote de forma muy dosificada para poder controlar mejor el viaje. Es decir, consume poca cantidad, espera una hora y, en función del efecto, decide si aumentas la dosis o no. Conocerse a uno mismo puede ahorrar experiencias desagradables.
ALFA