El año 2016 fue declarado por las Naciones Unidas como el «Año Internacional de las Legumbres», lo que busca dar a estos productos el lugar que merecen, como tendencias saludables en el mundo para convertirlas en lo mejor de la cadena nutricional.
Cada vez puede conseguir mayor cantidad de productos que antes ni siquiera eran mencionados, como comida sin gluten, leche deslactosada, comida vegana o los granos si es que desea optar por una vida sana, bien sea en cremas o sopas, la escanda, el mijo, el kamut, el freekeh, el amaranto, la kaniwa y el farro serán palabras usuales en la nueva gastronomía; son ricos en nutrientes, vitamina B, fibra y los puede servir aliñados con limón y yogurt así como acompañados de vegetales y un trozo de pollo a la plancha.
Tenga en cuenta que no todas las grasas son malas, el secreto está en olvidar un poco los alimentos «bajos en grasa» y comenzar a comer los que tienen grasas sanas, entre ellos salmones, nueces, semillas, palta, aceitunas, etc; un desayuno completo puede llevar 2 rebanadas de pan, medio aguacate y un huevo cocido en agua, triturado con un tenedor.
Si está acostumbrado a la pasta, pruebe cortando el calabacín en tiritas muy finas como tallarines, saltéelos con margarina y use la salsa de su preferencia, también puede preparar un delicioso pastel de berenjenas; recuerde siempre que se trata de comer saludable, no de eliminar las carnes de su dieta.
El latinoamericano no escapa al objetivo de que debe conseguir un equilibrio en la dieta, sabe que su organismo necesita carbohidratos, vitaminas, minerales, frutas, verduras, proteínas de calidad y que el ejercicio ocupa un aspecto importante en su rutina; así mismo el azúcar y la sal, también deberá consumirlas; no se trata de comer sano como una preferencia sino como una evolución, ir haciendo cambios con la convicción de que está haciendo lo mejor por usted.
Alguien que decide comenzar a alimentarse de manera sana, lo primero que investigará serán los precios para hacerse de un presupuesto que se ajuste a sus ingresos; la Organización Mundial de la Salud apoya esta hipótesis y aseguran que los expertos demostraron que los precios aplicados a los comestibles afecta su consumo.
La diferencia económica entre la comida tradicional y la orgánica es que la última necesita un sistema distinto de cultivo, diferentes tipos de abono, mayor personal en su atención, lo que hace que el nivel de costos aumente; los más consumidos son hortalizas, frutas, lácteos, carnes y alimentos infantiles.
Cada vez es más grande el interés de las personas hacia el cambio climático, los temas ambientales y la calidad de los productos, así como una inclinación hacia las buenas prácticas agrícolas y el bienestar animal y la producción orgánica cumple con todos estos paradigmas.
Es positivo que una vez comprobado que este nuevo sistema alimenticio es para usted, visite a un nutricionista que le enseñe a balancear lo que vaya a ingerir, ya que todo es importante.
ALFA