Quizás porque era incómoda, demasiado infantil o ridícula, pero hay modas que nadie quiere recordar, lo que las hace desaparecer tan rápidamente como llegan y de algunas se puede decir que ojalá no regresen jamás porque dada la publicidad que las rodea, están orientadas a los jóvenes adolescentes, que lamentablemente todavía no han definido un estilo propio y quedan atrapados en una usanza que lejos de hacerlos lucir bien, consiguen un objetivo totalmente contrario.

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Cómo olvidar aquellas temerarias sandalias con unas plataformas de 10 centímetros aproximadamente, hechas de un material traslúcido o iridiscente que se veían horribles, y si las adquiría de plástico con diamantina, pues era lo mejor que podía formar parte de su guardarropa.

El uso de baggys de 2 o 3 tallas más grandes donde fácilmente hubieran cabido hasta 3 muchachos para que así los pantalones estén lo más bajo de la cadera que fuera posible con el propósito de que todos tuvieran oportunidad de leer hasta la marca de la ropa interior que se usa; los practicantes del skate llevan la bandera en esta costumbre.

Las maripositas en el cabello apretando pequeños mechones como si se tratara de una niña de 2 años no podía verse peor, excepto quizás por el pelo oxigenado que contrario a lo que creían los chicos de sexto de primaria, no se veían nada cool.

¿Logran recordar aquellos bolsos de colores chillones e inflables? Y ni qué contar de cualquier tipo de adorno hecho de tela de peluche, hasta en la goma del lápiz era común ver aquel diseño absolutamente infantil que se empeñaban en lucir las adolescentes de lo más orgullosas.

Los pantalones “pata de elefante” forman parte de un hábito digno de olvidar para siempre, igualmente aquellos cuellos que medían no menos de 15 centímetros de largo y se veían descomunales, los zapatos con el estilo del mago de la lámpara y los «bombaches» como si se tratara del personaje televisivo de una serie llamada “mi bella genio”.

Los trajes de solapa extraordinariamente ancha usado con camisas tan ceñidas al cuerpo que era insólito que un joven pudiera siquiera respirar dentro de aquél modelo de figurín; acompañado de un corte de cabello nada corto por cierto, sino muy cercano al final del cuello.

El cabello estilo afro que temblaba si estornudaba, o el peinado abombado y lleno de laca que no había tornado que lo moviera, las patillas hasta la mitad de la oreja y de la mejilla con unos pelos largos y descuidados, o aquella que imita a los personajes del siglo XVIII que es igual pero podada.

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Es positivo que no todo lo usado se repita ya que el ser humano es capaz de aprender de sus errores y las fotografías son testimonio de cada error cometido en cuanto a costumbres y estilos se refiere, por eso es bueno aprender de ellos para solamente aprovechar lo mejor y más cómodo que se haya usado.

ALFA