La disciplina puede entenderse como aquel conjunto de actitudes, siendo guía a fin de desarrollar diferentes habilidades, que deben acatarse mediante una orden o código de conducta preestablecido. De entre las cuatro vertientes de uso que tiene la disciplina, existe una muy importante que se inicia con el desarrollo de cada ser humano, como lo es la disciplina infantil.
También llamada disciplina escolar, este tipo de método es dirigido en la instrucción de los niños hacia aquellos códigos preestablecidos dentro de la institución, tal como lo es el uniforme, la hora de llegada, o el cumplimiento ético de las asignaciones en el currículo de estudio.
Si bien esta vertiente pareciera propia solo en las instituciones educativas, la disciplina en los niños debe también implementarse en los códigos de conducta que ejerce fuera de su sitio de estudio. De acuerdo a lo señalado por la psicóloga, Gisela Valera “es esencial que los padres entiendan que los niños necesitan disciplina en el hogar, pero ¿qué clase de disciplina? una disciplina que los ayude a convivir, a respetar los derechos de los demás y reconocer que ellos también tienen sus propios derechos, pero también sus deberes.”
Esta teoría fue estructurada por el psicólogo, Alfred Adler y por el psiquiatra, Rudolf Dreikurs. Tanto Adler como Dreikurs definieron tres modelos de disciplina infantil a fin de definir con éxito aquel conjunto de mejor actitudes, e integrarlas efectivamente dentro del código de conducta. La primera se establece como la disciplina restrictiva, tiene como objetivo el establecimiento de la obediencia, el no desacuerdo, y las ideas de los padres que imperan como único valor. Las consecuencias de uso en la psiquis del niño son entre otras, baja autoestima, dependencia y traumas personales.
El segundo modelo es la permisiva, totalmente contraria a la restrictiva al ponerse como objetivos evitar problemas con el infante, y demostrando confusión por parte quien debe ejercer la autoridad, pudiendo presentarse tanto en el maestro como en el padre. La disciplina permisiva se establece como libertad sin límites, entre sus consecuencias se señalan a definir niños manipuladores, con poca tolerancia e impulsivos.
Por su parte, el tercer modelo, llamada disciplina positiva, toma equilibrio entre la restrictiva y permisiva, al posicionarse como objetivo la tolerancia, la autonomía, y la independencia, lo que permite formar niños que aceptan de manera acorde las decisiones que toman sus padres, pero a la vez aprenden a tomar elecciones adecuadas por sí mismos, gracias a la seguridad que le aporta.
Dentro de las técnicas a tomar en cuenta para la implementación en la disciplina positiva en los niños, todo padre debe comprender lo siguiente: la disciplina positiva debe adecuarse a la edad del niño; no existen amenazas, solo advertencias; actuar con claridad, firmeza y constancia al emitir una orden; no actuar movido por la emoción, procure que toda acción sea ejecutada una vez que la tranquilidad permite esclarecer el motivo de la situación problemática, y por consiguiente, establecer las consecuencias que acarrearán.
ALFA