Una Luna de Miel en un paraíso inolvidable, despertar para seguir fiel a las venturosas actividades deportivas de la zona o sumergirse sin cansancio en desiertas playas y tropezar con corales; son algunos de los atractivos que más convencen al turista que elige como destino a Tahití.
El viaje a esta encantadora isla ubicada en el Pacífico, inicia con las deslumbrantes y azules vistas desde la ventana del avión que aterriza en el aeropuerto de su capital, Papeete. La visita al Museo de Tahití y sus Islas le darán coherencia a lo que está a punto de vivir, en este le ilustran al visitante cómo es la formación de un atolón, cómo se denominan las islas con forma de anillo que constituyen la Polinesia Francesa y que en total son 118. Tahití es la más grande y poblada.
Durante todo el año en Tahití se celebra el avistamiento de delfines y ballenas en su hábitat natural, también podrá alimentarse con pescado fresco y crudo cocinado en limón y coco o untarse de monoï, un aceite con fines medicinales y estéticos que protege la piel y logra un bronceado sin igual mientras descansa cerca de verdes montañas perplejo ante tanto azul del mar.
Pero en el mes de mayo es cuando se celebra, durante cuatro días, uno de los más reconocidos encuentro de Surf en el mundo, después en junio, es la oportunidad de disfrutar de la incomparable danza polinesia y el colorido de las faldas y coronas de las figuras danzantes que toman las calles y encantan al visitante.
Por su parte, la riqueza de su flora y vegetación es la protagonista en el mes de diciembre, con el concurso de la Tiare, la flor con aroma de jazmín que es su símbolo nacional. Diversos organismos y artistas participan con propuestas de decoración ante la mirada del turista. Para enero se espera el “Tere Aati – Rurutu”, un paseo con visitas a los lugares arqueológicos y de interés histórico, su singularidad es que se recibe con un baño de talco al grupo que participa.
Una vez esté dentro de estas aguas, se debe saltar a las islas aledañas, la diversidad marina en su propuesta fascina a los amantes del submarinismo que viajan para sumergirse a más de 50 metros, es un destino de ensueño. Por su parte, se advierte de la humedad que reina en el recinto y de la parsimonia que a veces tienen los locales que viven del turismo. Son ciudadanos franceses y tanto su lengua oficial que es el francés, como el haitiano es reemplazado por el inglés para atender al invitado, son serviciales y acogedores.
Este lugar se reconoce como el mejor para comprar bisutería hecha de perlas y concha, productos que exportan con orgullo. También las telas que usan para los pareos serán recuerdos atesorados del momento en que la urgencia fue dejarse acariciar por el Pacífico y por los rayos traslúcidos que pintaban la arena para indicarle su camino hacia el mar. Tahití es felicidad, es un ¡destino de ensueño!
ALFA