¿Es usted Nomofóbico?, ¿Tiene idea del surgimiento de enfermedades tecnológicas?, ¿Ha pensado cuántas veces al día usted mira o revisa su teléfono celular o móvil? Una pregunta difícil, ¿Cierto?, Y es porque éste artefacto se ha convertido casi en un apéndice de nuestro cuerpo. Podríamos olvidar hasta nuestro almuerzo, pero seríamos incapaces de salir de nuestros hogares sin éste pequeño aparato.
En torno al tema, han surgido diversos estudios realizados por especialistas, en la búsqueda de una explicación científica para este comportamiento del ser humano, pues, aunque el teléfono celular fue creado originalmente con el fin de acercar a las personas, hoy en día pareciera haberse convertido en una fuente de distracción, tan absoluta que es capaz de apartarnos por completo de nuestro entorno, trabajo, familia y amigos.
El miedo de una persona a salir o a permanecer en un lugar sin estos dispositivos tecnológicos de comunicación, a la mano, es lo que expertos han dado el nombre de “Nomofobia”. También ha surgido algo conocido como “Phubbing”, que es el acto de ignorar a lo que nos rodea, personas, actividades y tareas, para prestarle toda nuestra atención al móvil. El término se originó en Australia y etimológicamente es producto de la unión de las palabras phone (teléfono) y “snubbing” (despreciar).
Pero, ¿Qué pasa por nuestras cabezas?, ¿Qué tiene ese pequeño aparato, que ejerce sobre nosotros ese poder y dominio?, médicos y especialistas explican que todo se debe a las endorfinas y la dopamina, que son sustancias que segrega nuestro cerebro cuando estamos en contacto con acciones o actividades que nos producen placer.
Al parecer, las luces, sonidos y la pantalla de los teléfonos celulares, sobre todo en los llamados “inteligentes”, así como la forma en que todos estos aspectos interactúan y se relacionan entre sí, produce a quién lo utiliza una respuesta satisfactoria y agradable en su cerebro, que en consecuencia automática, intentará cada vez más establecer contacto con el origen o fuente de placer. Es decir, de eso que nos gusta, queremos más y más, sin desear ponernos un límite a la hora de su uso.
Estudios han surgido en torno a terapias para combatir estas enfermedades o comportamientos adictivos por el uso excesivo de estos equipos, ya que, si bien aún no han sido definidos médicamente como trastornos mentales, pudieran eventualmente conllevar a uno de estos padecimientos, e incluso a la necesidad de someter a la persona que lo sufre a mecanismos de ayuda terapéutica, con psicólogos o, en casos especiales, psiquiatras especializados en el área.
La solución es la psicoeducación, que no es otra cosa que reaprender a darle el justo valor al uso de los móviles, asumiendo con conciencia que no se trata de no utilizarlos, es válido e incluso necesario y útil, pero como mecanismo de comunicación y no de todo lo contrario. Una mirada, un gesto y un abrazo, jamás serán sustituidos por un mensaje de texto o de voz, aún con emoticones. ¡No sea victima de ninguna enfermedad tecnológica!
ALFA