Los niveles elevados de insulina se conocen como síndrome metabólico o síndrome de resistencia a la insulina; esta condición es un conjunto de alteraciones metabólicas asociadas a un riesgo elevado de padecer enfermedad cardiovascular y diabetes tipo dos. Si usted es una persona con sobrepeso u obesidad, los factores de riesgo de padecer la enfermedad pueden ser mayores; ya que este síndrome involucra la obesidad localizada en el abdomen y la resistencia a la insulina.

Es necesario mencionar que la insulina es una hormona producida por el páncreas, cuya función principal se basa en permitir la entrada de la glucosa en las células para que estas la utilicen como fuente de energía. Con el objetivo de compensar el consumo de carbohidratos en la alimentación, el páncreas produce insulina para introducirla en el hígado, músculos o en las grasas en forma de triglicéridos.

Hay que tener en cuenta, que cuando existe un alto consumo de carbohidratos; las células beta -encargada de la producción de la insulina-, deben producir mayor cantidad de esta hormona para evitar así que el exceso de glucosa permanezca en el torrente sanguíneo. Por otra parte, en el caso de las personas con diabetes uno; el sistema inmunológico ataca y destruye a las células beta, por lo que no producen insulina; desencadenando la aparición de altos índices de glucosa en la sangre.

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Asimismo, el síndrome metabólico es un factor que predispone a sufrir de múltiples enfermedades: contribuye al incremento de producción excesiva de andrógenos en ovarios poliquísticos; favorece a que se eleve la presión arterial; así como la inflamación y retención de líquidos y sodio. Los investigadores creen que la causa de estas alteraciones metabólicas es de origen genético, es decir, que se transmite en los genes de una generación a otra.

Igualmente, vale la pena mencionar que la mayoría de los tratamientos se basan en cambiar los hábitos alimenticios: consumir frutas, verduras y hortalizas al menos dos veces al día; reducir la ingesta de carnes rojas, reemplazarla por pavo o pollo; incluir al menos tres raciones de pescado en el menú de la semana, preferiblemente sardinas o atún.

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De igual forma, integrar cereales y sus derivados; sobre todo integrales en forma de arroz, pasta o pan; utilizar aceite de oliva extra virgen, tanto para cocinar como para su consumo crudo en las ensaladas y aderezos; beber al menos dos litros de agua al día; evitar consumir azúcar y exceso de sal en las comidas; y preparar los alimentos al horno o a la plancha.

Conviene saber que llevar una vida llena de estrés y ansiedad, conlleva a la excesiva producción de cortisol; lo que produce un aumento de la glucosa sanguínea con mayor producción de insulina. Practique actividad física si es posible a diario, ¡los resultados serán favorables!; numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico regula la sensibilidad a la insulina y reduce las alteraciones que están ligadas a los problemas cardiovasculares. Un estilo de vida saludable será la mejor opción para su bienestar.

ALFA