El fuego de la antorcha olímpica es uno de los símbolos más importantes de las olimpiadas, desde sus primeras celebraciones en la Antigua Grecia. Como cada cuatro años, en la víspera de unos nuevos juegos olímpicos y durante la ceremonia de inauguración, la antorcha es la protagonista y su fuego la referencia del comienzo de la competencia deportiva más esperada por atletas de todo el mundo.
La simbología del fuego y la antorcha olímpica es una representación de la luz de la celebración y la falta de este importante elemento se consideraba un mal presagio para los más creyentes de los mitos y leyendas. De acuerdo con las historias de la mitología griega, Prometeo robó el fuego al dios Zeus y lo dio como obsequio a los mortales.
Por tanto, desde las competiciones más antiguas celebradas en la ciudad griega de Olimpia, era tradición mantener el fuego de la antorcha encendida en honor a los dioses y a sus sacrificios. Cualquier alteración de ese mandamiento era considerada una señal para suspender el importante evento.
En la historia moderna de los juegos olímpicos se tienen registros del uso de la antorcha desde las olimpiadas celebradas en Ámsterdam en 1928, en ese entonces y hasta hace pocas décadas, el fuego se mantenía encendido durante el mes que duraba la ceremonia. Después se incluyeron otros elementos al ritual que conlleva el encendido de la antorcha, como los relevos en todo el mundo que son simbología de la unión entre los pueblos. En total este importante símbolo dura encendido tres meses.
Para que la antorcha resista tantos meses con el fuego vivo y no se cumpla el presagio de mala suerte que simboliza el cese del fuego, esta se elabora con materiales especiales que soportan vientos fuertes y lluvias abundantes. La antorcha como la conocemos actualmente, está construida principalmente en aluminio y resina con acabados satinados.
Cada año la sede de la celebración crea un diseño para la antorcha. En las últimas Olimpiadas celebradas en Rio 2016 y primera en el continente Suramericano, los brasileños crearon una representación que representara el valor histórico de la llama de las olimpiadas y el calor humano de los brasileños. El diseño estaba compuesto principalmente por tres triángulos que simbolizan los valores de la competición: amistad, excelencia y respeto, con un efecto flotante en representación del esfuerzo de los atletas protagonistas de cada cita olímpica. Por otra parte el espíritu brasileño de alegría y diversidad se reflejo con la inclusión de los colores de la bandera nacional.
Como antesala a la ceremonia de inauguración de la las Olimpiadas de Rio 2016, la antorcha fue encendida en la cuna de los juegos olímpicos, Olimpia, hasta llegar a Brasil donde su fuego se hizo sentir en 300 ciudades.
El fuego de la antorcha olímpica ha retado paisajes, alturas y pronósticos climatológicos. Ha escalado el Everest, surcado los cielos en el Concorde y ha sido transportada vía satélite y hoy en día su simbología como protectora de los Juegos Olímpicos permanece más viva que nunca.
ALFA