El simbolismo del jade para los mayas y otros pueblos de Mesoamérica es poco conocido. Sin embargo, ha sido objeto de innumerables discusiones entre académicos y estudiosos de estas civilizaciones, quienes han mostrado –y así lo expresan– especial interés en el significado singular que los mayas, toltecas, olmecas, mexicas entre otras le daban a esta piedra.
El jade se forma por grandes presiones subterráneas y emerge a la superficie debido al movimiento de las placas tectónicas. La presencia de distintos minerales le proporcionan la variedad de colores con que es conocido. Sin embargo, el más común y apreciado por los mayas era el verde agua semi transparente conocido como jade imperial.
En la Sierra de Las Minas, donde se halla la falla del Motagua, se encuentran las mayores fuentes de jade de Guatemala, de donde se obtenía y distribuía a todas las culturas mesoamericanas. Por esta razón, los mayas tenían el monopolio del jade y todos sus gobernantes y miembros de la élite lo utilizaban.
Para los mayas el jade era más valioso que el oro. Su extrema dureza le permite perdurar inmutable en el tiempo por lo que se le asociaba con la eternidad y la inmortalidad. Y aunque les tomaba años, incluso generaciones, trabajar la piedra, lo hacían con gran detalle porque las piezas eran dedicadas a sus deidades.
Por su característico color verde era asociado con la vida, la fertilidad y el poder. Además, simbolizaba los recursos más valiosos para la agricultura: el agua y el maíz. Por esta razón, se le relacionaba con la fertilidad agrícola. No obstante, los mayas utilizaban el jade de diversas formas: con fines terapéuticos, pues se le consideraba capaz de curar cualquier enfermedad; en la elaboración de utensilios para la vida cotidiana como cuchillos, tazones, entre otros; en ornamentos, y en funerales y rituales.
Respecto a los funerales, los nobles o miembros de la realeza eran sepultados acompañados de múltiples accesorios elaborados con jade como brazaletes, collares, estatuas y herramientas, además de cubrir sus rostros con máscaras esculpidas en esta piedra y colocar algún trozo de la gema dentro de la boca para asegurar su ascenso al cielo y que su jerarquía fuese reconocida aún después de la muerte.
La civilización maya vinculaba el jade con el origen del universo o de todo lo que existe, pues según su mitología, el dios del maíz colocó tres piedras de jade durante la fundación del mundo, por lo que en los entierros reales también es común encontrar cerámicas con tres piedras de jade.
Los guerreros que custodiaban los lugares más sagrados, cubrían su pecho con pectorales de jade. Un líder maya podía contar con tobilleras, orejeras, collares y brazaletes de este material. Incluso decoraban templos y pirámides con imágenes del dios del maíz y mazorcas labradas en jade.
En la actualidad, se exponen en museos diversas piezas mayas elaboradas en jade, halladas en las distintas excavaciones que se han realizado para conocer el pasado místico de esta cultura.
ALFA