Las perlas negras de Tahití se originan a partir de una combinación animal y mineral; esto se debe a que solo una de cada quince mil, se crea en forma natural. Estas perlas están consideradas como símbolos de perfección, siendo codiciadas entre todas, obteniéndose de una ostra llamada “Pinctada Margaritifera”, que habita únicamente en las aguas tropicales de las islas que se encuentran en la Polinesia; en el interior de esta concha se introduce un cuerpo extraño, siendo recubierto por el nácar del molusco.
Las perlas negras de Tahití, tienen un característico color, que tiende a pasar del tono negro a una compleja degradación de matices, viniendo desde los grises, pasando por los rosados, azulados y verdosos, hasta obtener un oscurecimiento semejante al azabache. Además el tamaño que presentan, supera las perlas japonesas; normalmente oscilan entre 8 mm y 12 mm de diámetro, pero hay muchas que llegan a medir hasta los 20 mm.
El precio de las perlas negras, suele ser muy elevado por considerarse un recurso primordial en la economía de la zona; más que todo, por su cultivo que ha sido desarrollado desde hace tiempo en forma artificial, adoptando la técnica de cultivo japonesa. En la Polinesia nació la perlicultura a partir de los años 60’, realizándose los primeros experimentos en la laguna de Bora Bora, llevada a este lugar por el francés “Jean Domard”, tomando en cuenta la rareza de las perlas naturales que tardan años en formarse.
Los cultivadores de perlas negras de Tahití, tratan de reproducir el mecanismo natural en ellas. Para eso, el “perlicultor” sumerge unos colectores recogiendo las ostras en su estado embrionario; luego se enlazan las larvas de las ostras, a una hilera de gestación submarina y cuando llegan a la madurez, se implanta dentro de los moluscos una esfera de seis milímetros; sumergiéndolas nuevamente en la laguna, quedando colgadas en forma de cadenas, a medida que pasa el tiempo, se vigilan y limpian con frecuencia.
El nácar va barnizando poco a poco la bolita y en dos años, se pueden extraer las perlas negras de Tahití. Sin embargo, en este delicado proceso se corren riesgos cuando se coloca el injerto; la mayoría rechazará el implante, con esto se puede apreciar el porqué de su alto costo e indiscutible calidad; la diferencia más resaltante de la perla negra de Tahití con las demás perlas blancas, es el nácar de color oscuro que recubre el cuerpo extraño.
Actualmente, existen más de 300 granjas en la Polinesia Francesa, para cultivar y recolectar las perlas negras. Además, no hay dos perlas negras de Tahití que sean exactamente iguales, cada una es única, con un color, tamaño y sombreado diferente; por lo cual, no se puede crear una secuencia de ellas con un aspecto similar.
Las perlas negras de Tahití son inigualables. Verdaderas maravillas que han cautivado desde siempre, por su inmensa belleza; pero la mano del hombre, ha contribuido a mantener esa perfección creada por Dios, dándole continuidad.
ALFA