La ansiedad por tener un cuerpo perfecto es capaz de producir desórdenes metabólicos que a la larga afectan nuestro organismo. Uno de los padecimientos más recientes, que según las investigaciones se relaciona con este tipo de hábitos es la ortorexia.
La ortorexia es un trastorno que comúnmente se describe como la obsesión por comer sano. Para la psiquiatra y autora del libro “Los nuevos trastornos alimentarios”, Juana Poulisis: “se trata de un trastorno poco conocido. Comienza como un inocente intento por mejorar la calidad de la alimentación, pero con el tiempo aparecen las obsesiones sobre qué se debe comer y qué está totalmente prohibido.” Las restricciones empiezan con las harinas, las grasas, los aditivos, las carnes y un largo etcétera que reduce al mínimo la variedad en la dieta de las personas.
Para entender mejor a qué se refiere este padecimiento, vale la pena conocer el origen de la palabra ortorexia que proviene del griego “ortos”, lo correcto, y “orexi”, apetito, por lo que se traduce literalmente como “hambre por la comida correcta”. En este sentido, la ortorexia se diferencia de otros trastornos alimenticios como la anorexia porque se centra en la calidad y no en la cantidad de los alimentos. Sin embargo, y a pesar de las diferencias evidentes, los especialistas concluyen que la ortorexia puede desembocar en anorexia.
Desde el punto de vista de la incidencia de esta enfermedad, se estima que los más afectados son los jóvenes, quienes influenciadas por los cánones de belleza y de estilo de vida, que llegan a ellos a través del marketing y de las redes sociales son más propensos a sufrir fijaciones por los alimentos que consumen.
Para la investigadora y experta en desórdenes alimenticios, Olga Ricciardi: «es una modalidad que se viene presentando desde 2008 porque existe un fuerte estímulo publicitario. En los últimos 10 años creció enormemente la movida de la comida gourmet. En la posmodernidad hay un empuje cultural y publicitario en relación con la comida que se consume. El 90% de la incidencia es femenina.”
Como la mayoría de los padecimientos alimenticios, la ortorexia es difícil de detectar tanto por el paciente como por su entorno, quienes incluso, pueden dar el visto bueno a estos hábitos que buscan hacer elecciones “acertadas de los alimentos que consumen”.
Una de las alertas para detectar la ortorexia está en el reconocimiento de los siguientes síntomas: obsesión por investigar los beneficios de cada alimento, sentimiento de culpa después de comer, sentimiento de superioridad con respecto a quienes no siguen sus mismos estándares de alimentación, eliminar azúcar y grasas por completo, estreñimiento, desnutrición, pérdida de peso.
La línea que separa los hábitos saludables de la obsesión por comer sano es muy delgada, lo que hace que la ortorexia sea difícil de detectar y cuando se hace suele estar en estado avanzado. En ese caso, la atención física y mental debe ser inmediata, entendiendo que las mejoras serán progresivas y dependerán de la fuerza de voluntad del paciente por cambiar estas costumbres dañinas por aquellas beneficiosas para su salud.
ALFA