Durante la época de crianza, los niños pueden recibir premios y castigos como parte de su educación, lo que se convierte en parte de la formación integral de cada uno, supervisada por los seres que más los quieren y que más interesados están por verlos desarrollarse como personas con valores y principios, que les permitan andar por la vida con la frente en alto y no teniendo nada de qué avergonzarse.
Mientras crecen comienzan a tener responsabilidades como normas de aseo personal, esto implica lavar su cara, cepillarse los dientes, bañarse haciendo buen uso no sólo del agua, sino también del jabón y el champú, estar pendientes del largo de sus uñas, ir al baño y saber que no deben dejarlo en condiciones que no hagan posible su uso, recoger sus juguetes después de haberlos utilizado, colocar la ropa sucia en su lugar, pequeñas tareas que si las realiza, le hacen acreedor de premios merecidos y ganados por ellos mismos.
Obligatoriamente los premios que se dan no tienen que ser materiales, también un programa de televisión, permitir que vayan a la cama un poco más tarde que lo usual en momentos determinados, darles permiso para que un amiguito venga a casa, prepararles su comida favorita, son detalles que los hacen felices y no representan ninguna erogación económica pero de vez en cuando, no está demás comprarles un pequeño detalle que los haga sentir mejor.
Por otra parte, puede ser que no tengan la menor intención de colaborar con las normas que se les tratan de enseñar, esto hace que el mundo se vuelva patas arriba, más aun si existe en casa un hermano que se ajusta a los modelos pautados pues es más fácil seguir ese ejemplo y el problema sería doble; hay que comprender que no todos los niños son iguales y que bajo ningún concepto puede compararlos unos con otros, sencillamente ha de encontrar la manera de ayudar a que la relación fluya poco a poco, recuerde que entre los dos, la persona adulta es usted y así debe conducirse.
Cuando logre que el niño haga una tarea por pequeña que sea, analice que pudo haberlo motivado a realizarla, ¿tenían planes de ir a la playa, al cine, a la casa de la abuela, al parque?, quizás lo que lo motiva es que le gusta verdaderamente lo que van a hacer y por eso colaboró, debe descubrirlo para por ese medio incentivar sus acciones positivas.
Cuando irremediablemente llega la hora del castigo debemos ser proporcionados y justos de acuerdo a la acción cometida o la edad, hay que ser inteligentes y no dar señales de perder el control gritando al niño, el castigo debe generar un reforzamiento de la buena conducta para que reflexione y razone en lo que ha hecho mal para ser castigado. El pedagogo Vidal Schmill Herrera comenta que como padre “tengo que clasificar las faltas en leves, intermedias, graves y extraordinarias” y analizar cada caso y actuar con oportunidad para reparar la falta.
muy efectivo para enseñarles a los niños a ser responsables,