Transformar un objeto en diversas formas, manteniendo sus mismas propiedades, para luego convertirlo en atracción y belleza del mundo, es un arte que se remonta a épocas milenarias.
En el antiguo Egipto llevar una joya encima era símbolo de dominio; los reyes se cubrían de elaboradas piezas de oro y piedras preciosas. Pretendían que sus alhajas fueran mejores; las más ricas y originales que las de sus antepasados.
Esto ocasionó que los orfebres estudiaran con detenimiento la pureza y el diseño de las joyas. Había artesanos especiales que estaban a la disposición de la realeza para confeccionar los mejores objetos. El oro fue un metal protagónico en sus diversas confecciones por sus cualidades duraderas; además, significaba la eternidad y lo incorruptible.
A través de una joya se busca representar la belleza, ataviar el cuerpo y un sinfín de cosas; sin embargo, muchos buscan más allá. Escudriñan la pureza y el material que contienen, para tomar en cuenta el valor que la pieza representa.
La pureza del mineral en una joya está determinada por el grado de concentración que la prenda tenga; sumado a esto, la escasez de ciertos tamaños y colores incrementan su valor con el paso del tiempo.
El oro fino en una joya se determina por medio de los quilates. Dicha proporción se estipula en milésimas: 24k (quilates), representando su máxima pureza. Así pues, los quilates como unidad de pureza hacen referencia al grado de oro que tiene una joya. A mayor pureza, más cantidad de oro, y por tanto, mayor valor de la pieza.
El diamante cortado y pulido se le llama brillante, y los criterios para determinar su valor, además de su pureza, son el color, la talla y el peso; sin embargo, mientras más transparente, escaso y bonito, es más valioso. El color de un diamante tiene un impacto importante sobre su precio; no obstante, la cualidad más significativa de un diamante es el tallado, porque permite que refleje luz y brille más que cualquier otro menos trabajado.
Existen medidas establecidas como normas internacionales, que indican que un diamante es considerado puro, cuando el ojo de un experto no descubra ningún defecto con una lupa de 10 aumentos.
Otras variedades de piedras como la espinela, que se presenta en diversas tonalidades como: rojo, azul, naranja y rosa intenso, suele alcanzar altas cotizaciones, según la claridad y la intensidad del color. El peridoto, según la leyenda, fue la joya preciosa preferida de Cleopatra, es en la actualidad la gema más codiciada, mientras más puro sea el verde es más apreciada y costosa.
Las piedras preciosas abundan en todo el mundo; se han ganado una amplia popularidad en el ámbito comercial, y han ocupado un lugar especial en la actualidad, al ser consideradas objetos de gran valor y gozar de excepcionales propiedades. Valore la más pura y lúzcala en su esplendor.
ALFA