La historia de Luana, se ha convertido en el único caso público de un niño de tan corta edad.

Luana, tiene 8 años,  nació varón y es melliza de Elías. Pasó a ser la persona más joven que ha modificado su nombre, le encanta su cabello largo, usa anillos dorados y un amuleto con una princesa colgado al cuello. El niño afirma  que le fascina usar vestidos.

Este pequeño a su corta edad, ha tenido que luchar mucho para ser mujer. Nació varón y todo el mundo se lo repetía constantemente,  actualmente es  la persona más joven que ha aprovechado una progresista ley argentina que permite a las personas, decir con que género se identifica con fines legales, pasando entonces a ser un símbolo internacional de los progresos de la comunidad transgénero desatando  un debate en ese país considerado católico, cuna del Papa Francisco, referente a la mejor forma para criar un niño que se identifica con otro género.

El niño transgénero vive en una  modesta casa de dos habitaciones en Merlo, al oeste de Buenos Aires, donde constantemente afirma que “ella” siempre fue “nena”, con una encantadora sonrisa idéntica a la de su hermano mellizo, quién permanece constantemente jugando con sus carros de control remoto y asegura que aunque obligaran a Luana a jugar con sus juguetes, no cambiaría nada, ella seguiría siendo una niña.

Asimismo la madre de Luana afirma que siempre hubo claras diferencias entre sus dos hijos mellizos, Manuel, (es el nombre que se le dio a Luana al nacer), se ponía camisetas en la cabeza, fingiendo que tenía cabello largo, le gustaban las muñecas y sus personajes preferidos en las películas eran las princesas y las sirenas. Se negaba rotundamente a usar pantalones y entre sus primeras frase dijo “yo nena”.

Un equipo de psicólogos le implementó un programa para reforzar su lado masculino, el niño solo podía jugar con juguetes de varones como figuras de acción y usar ropa masculina, se le prohibió usar el color rosado y los dibujos animados protagonizados por personajes femeninos.

La madre acudió a los tribunales a pedir un cambio de género para Luana en diciembre del 2012, los funcionarios se negaron a hacerlo debido a la edad de la menor, sin embargo, el gobernador de Buenos Aires intervino y aceptó la solicitud.

Especialistas consideran que lo mejor para el menor es aceptar el sexo con que nació, en parte, para evitar cambios de sexo que son traumáticos. Quizás pasen muchos años para que Luana y otras personas transgénero no sean rechazadas, sino, que formen parte de la comunidad sin ninguna discriminación.

ALFA