La civilización de los Mayas nació al fin del III milenio antes de nuestra era. Este pueblo conoció su apogeo en el siglo IX A.C, antes de abandonar, bajo influencias diversas y variadas (climas, conquista) todo lo que representaba su grandeza: pirámides, ciudades, etc.
Sus ruinas roídas por el bosque amazónico hicieron su reaparición en el siglo XIX, así, gracias a excavaciones y un trabajo minucioso, poco a poco, la escritura Maya, su historia, sus templos, su saber en matemáticas, astronomía y arquitectura serian progresivamente descifrados. Esta civilización brillante no ha develado todos sus misterios, por lo que después de entonces se continuaron realizando excavaciones para seguir descubriendo sus secretos.
Es así, como en el año 2000 los arqueólogos tuvieron la grata sorpresa de descubrir en las tumbas un arte único y ancestral, basado en esculturas y máscaras funerarias realizadas en mosaicos de jade, que datan del período neoclásico de 250 a 900 años de nuestra era. Estas máscaras, fascinantes, que después fueron expuestas en diferentes lugares culturales del mundo, fueron destinadas ante todo a las élites dirigentes.
Al simbolizar motivos vegetales al Dios del maíz, la referencia a la montaña sagrada, entre otros; estas máscaras no fueron utilizadas con un fin decorativo o incluso simbólico. En efecto, los arqueólogos se dieron cuenta que estas máscaras Mayas permitían al alma de los hombres metamorfosearse. Asimismo, estas máscaras representaban, para los Mayas, la esencia vital de su portador. expresaban su identidad e inmortalizaban su alma.
Las máscaras mayas eran verdaderas representaciones de los reyes y grandes señores sobre los cuales han sido encontrados. Gracias a estas máscaras, los altos dignatarios fueron consagrados a la eternidad. Es por esto que en ciertas ciudades, estados Mayas, las máscaras han sido encontradas totalmente quebrantadas. Según las hipótesis de los arqueólogos, las máscaras de los dignatarios vencidos fueron rotas y esparcidas para que su alma se disperse y que mueran dos veces.
Para los Mayas, los dioses siempre estaban presentes y formaban parte de su cultura diaria. Es por ésta razón que las máscaras se confundían con su efigie y su portador. Los símbolos se fundaban en la cara humana. Estas máscaras podían incluso ser llevadas por el tiempo viviente del dignatario. Era el caso de los sacerdotes, que al momento de una ceremonia, lucian su máscara con el fin de unirse a la sustancia divina, de hacerse en cierto modo Dios por el contacto entre su cara y los símbolos divinos.
Así pues, gracias a estos rituales los Mayas establecían lazos entre el reino de los vivos y el de los muertos. El carácter altamente consagrado explica que estas máscaras hubieran sido realizadas en un material noble: el jade. Para los Mayas, el jade era una piedra excepcional, que pertenecía a los primeros constituyentes del Universo. En él, residían los Dioses creativos del mundo. El jade tenía valor de perennidad, de humedad, de renovación, de renacimiento, de soplo y de esencia vital. Era una piedra lisa y reflejante, como la obsidiana o la pirita. Para los Mayas, esto reflejaba mundos sobrenaturales considerados como puntos de paso hacia otros planos del universo.
El jade tenía valor de perennidad, de humedad, de renovación, de renacimiento, de soplo y de esencia vital.
La civilización Maya cubrió una gran parte de Centroamérica, incluyendo el Sudeste mexicano (Yucatán y el Campeche específicamente), Guatemala, Belice, Honduras, el Salvador, y Costa Rica. Las máscaras Mayas de jade principalmente han sido encontradas en ciudades situadas cerca de los yacimientos de jade, en las altas tierras del Sur.
¿Por qué creían los Mayas que el jade encarnaba el soplo divino?
Por la noche el jade es una piedra que se enfría muy rápidamente. Y por la mañana, cuando el sol venía para recalentar el jade, exhalaba vapor de agua. Los Mayas tenían entonces la sensación que la piedra respiraba, que vivía. Es por este soplo «mágico» que los Mayas pensaron que la piedra vivía. Es también la razón por la cual los Mayas eligieron esta piedra para sus máscaras, ya que éste mineral literalmente vivía, para ellos.
Las máscaras preparaban al muerto para su nueva condición: hacerse un Dios. A menudo era K’ awiil, el Dios del Maíz que era escogido. Por otra parte, la élite maya estaba desde su nacimiento preparado para encarnar a este Dios. Razón por la cual fue practicada la deformación cefálica de los niños de pecho, con el fin de dar a la cabeza una forma «oblonga» como la de una espiga de maíz. Los niños Mayas fueron ataviados así con dos tablillas que les comprimían el cráneo. Esto traía como consecuencia deformar también las cavidades orbitales que creaban un estrabismo convergente y divergente. Es por esto que todavía hoy se puede ver un gran número de representaciones Mayas con este estrabismo pronunciado, para ellos, este era un signo de élite absoluta.
La grandiosidad de la cultura Maya representada por sus rituales, sus creencias, sus máscaras y el invaluable jade, han dejado un importante legado para la humanidad, preservado bajo las ruinas de sus imponentes ciudades que esconden celosamente todos sus secretos de ultratumba.
Los secretos del Jade son maravillosos, por eso siempre se necesita la instrucción correcta para su utilización
realmente es jade es impresionante mucha historia