Martes, 05 de enero de 2016. En Venezuela, se ha hecho muy popular la veneración o culto hacia los santos malandros o corte calé; creando mucha controversia en la actualidad. Este culto se inicia con Ismael Sánchez, un delincuente considerado como una especie de “Robín Hood”; quien robaba a los ricos para darles a los pobres de su comunidad. En la década de los setenta Ismael vivía en el barrio El Guarataro, parroquia San Juan de la ciudad de Caracas y era conocido como “el Terror del Guarataro”.
La tumba de Ismael se encuentra en el cementerio antiguo de Caracas, donde los devotos van a visitarlo y pedirle protección acompañados de velas, tabaco y ron; se han visto desfilar hacia su tumba un sinfín de creyentes para no ser robados en las calles, policías quienes buscan un resguardo espiritual por el peligro que acecha su oficio, hasta mujeres agredidas por sus maridos.
En las tiendas esotéricas de toda Venezuela, se pueden apreciar los bustos de yeso de Ismael y de todos los representantes del culto como: la Chama Isabel, el Chino, Petróleo Crudo, Félix Azuaje, la Cleo, Rigoberto Martínez, Luis, Antonio, Miguelito, el Muelita, entre otros; siendo cada vez más popular la existencia de estos supuestos “santos”, quienes ayudan a las personas para reivindicar el mal que hicieron en vida, y así encontrar el descanso eterno.
La sicóloga Hermelinda Pichardo, graduada en la Antigua Unión Soviética; comentó que los grupos sociales que han sido más desasistidos buscan figuras que los representen, ese ídolo quien los atienda y le puedan resolver sus problemas. “Es lógico pensar que grupos venezolanos en determinadas religiones, puedan ver en una persona que a pesar de haber sido antisocial; parte de su recorrido de vida haya sido para favorecer a estos grupos sociales menos favorecidos”, expresó Pichardo.
Los santos malandros venezolanos pueden acarrear muchas consecuencias negativas, así lo expresó el espiritista Fernando Márquez afirmando que “traen muchas consecuencias porque cuando estos espíritus bajan dentro del cuerpo de una persona quien sea “materia”, dejan muchas secuelas. Cuando bajan comienzan a pedir drogas, armas y alcohol; dejando a las personas drogadas o embriagadas”.
En la actualidad, Venezuela vive en una sociedad donde la delincuencia se ha desatado de manera desmesurada; y la veneración de difuntos delincuentes ha ganado un puesto importante dentro de los muchos cultos religiosos practicados en el país. Por un lado, los delincuentes pueden refugiarse y obtener valor para hacer sus fechorías con “protecciones divinas”; y por el otro, el ciudadano común rinde culto a la corte malandra para ser protegidos de esa misma delincuencia.
ALFA