La piedra de jade fue utilizada anteriormente por muchas culturas, pero con más fuerza por las prehispánicas, que la consideraban como la piedra más sagrada que podría existir. Además de utilizarla para confeccionar grandes cantidades de artefactos y utensilios, esta era mayormente usada para combatir enfermedades. Muchas de estas culturas la conocían como la “piedra eterna” o símbolo de vida por conservar la misma apariencia con el pasar de los años, y era estimada más que el mismo oro.
Entre estas culturas amantes del jade destaca la civilización azteca; para ellos el jade era la gema capaz de conectarlos con una fuerza divina mayor; los aztecas elaboraban máscaras de jade y se las colocaban en el rostro, además de crear figuras para representar a sus hombres más valiosos. Una vez en la lucha, cuando los aztecas luchaban por proteger su territorio, conquistaron un lugar llamado Chianpaneco, a donde llegaron con la intención de abastecerse de todo esas tierras con plumas de quetzal, cacao y cuencas de calchihuete, esta era la forma como nombraban a las piedras de jade en la lengua náhuatl.
En el año 1510, con la llegada de los españoles, quienes con soberbia y avaricia buscaban desesperadamente los depósitos de oro y plata para adueñarse de ellos, Moctezuma, quinto emperador azteca, dirigiéndose a la corte agradeció que los conquistadores desconocieran los depósitos de chalchihuite. Posterior a esto, y luego de haber transcurrido un periodo de tregua en el cual los gobernantes aztecas y los españoles establecieron el primer contacto diplomático, Moctezuma le obsequio a Hernán Cortez, el militar que dirigió la expedición española, unas gemas como un presente para sus reyes, acompañado de estas palabras: “Estas piedras se llaman chalchihuite solo debes dárselas a tus reyes y no a alguien más, cada una de ellas equivale al doble de una carga de oro”.
Cortez no entendió muy bien el mensaje del emperador azteca, pero aceptó las joyas de jade de parte de Moctezuma. Aunque luego las desprecio como si fueran solo granos y las desechó. Lo que el emperador azteca quiso decirle a Cortez era que el oro era valioso, sí, pero el jade era invaluable.
Se dice que en Guatemala distribuían las piedras jade por todo el territorio mesoamericano. Los aztecas consideraban el jade como símbolo de naturaleza por su característico color verde, igual al de las plantas, por esta razón ellos lo llevaban siempre consigo.
Actualmente, el valor del jade solo es superado por el diamante, sin embargo ningún otro mineral posee las innumerables propiedades místicas de esta hermosa gema.
ALFA