Las leyes budistas
La palabra Karma significa acción y consiste en un tipo de fuerza que trasciende. Este tipo de energía es infinita e invisible y es consecuencia directa de las acciones del ser humano. El karma se rige por algunas leyes, denominadas leyes budistas. Cada una de ellas permite comprender el sentido espiritual de la existencia, las cuales te detallaremos a continuación:
La ley esencial
Tal haces, tal recibes. Es la ley de leyes cuando hablamos del karma. Recogemos aquello que hemos ido sembrando durante nuestra vida. Esto guarda una relación evidente con el principio de causa-efecto: todo lo que haces tiene su retorno. Sobre todo, las cosas negativas que hacemos se nos devolverán multiplicadas por 10.
Ley de la creación
La vida requiere que participemos de ella. Somos uno con el universo dentro y fuera, somos parte de la corriente de nacimiento de la naturaleza y nuestras vidas se reproducen como el resto de ciclos naturales. Lo que nos rodea nos da pistas sobre nuestro estado interior. Crea las opciones que quieras tener en tu vida.
Dentro del budismo cada uno de nosotros somos plenamente responsables de aquello que hacemos. Las leyes del karma nos enseñan que tenemos la libertad suficiente para que seamos capaces de crear la realidad que deseamos. Sin embargo, más tarde seremos jugzados en base a esas elecciones tomadas, a ese tejido diseñado en base a nuestras acciones.
Ley de humildad
Otra de las leyes budistas es la humildad. Todo aquello que negamos, acaba influyéndonos negativamente. Si solo vemos el lado malo de las cosas y de las otras personas, estaremos renunciando a la humildad, esa virtud que hace que podamos crecer moral e intelectualmente.
Ley del crecimiento
Esta ley del Karma indica que lo único fiable en esta vida que vivimos es que nosotros estaremos siempre a nuestro lado, es decir, seremos nuestros propios compañeros de viaje durante todo el tiempo que estemos vivos. Y esto lo que quiere decir es que si queremos mejorar nuestra vida tan solo tenemos que hacerlo nosotros mismos, no debemos esperar que nada ni nadie nos dé la felicidad o el crecimiento personal: solo está en nuestras manos.
El control de nuestra vida lo tenemos nosotros y, como somos parte del cosmos, lo que cultivemos en nuestro interior se verá reflejado en el exterior así que si cultivamos una paz espiritual, el amor por todos los humanos y una calma conseguiremos reflejar estos sentimientos en nuestro entorno y, así, poder modificar, por poco que sea, el mundo.
Ley de la conexión
El propio universo se inscribe en las cosas más pequeñas. En las casuales, en todo encuentro, en todo acto, decisión, elección personal. Todas esas dinámicas según las leyes del karma están conectadas. Porque todo lo que existe está engarzado como una pulsera de cuentas. Si una perla se mueve moverá a las siguientes, si una se rompe las demás también se desprenderán.
Asimismo, cada paso que damos es el resultad de nuestro pasado. Nuestras decisiones presentes afectan a las futuras. Nada queda libre, ningún eslabón queda suelto en nuestra existencia… Ser capaces de percibir la ley de la conexión nos permitirá ser más consecuentes (y prudentes) en cada uno de nuestras decisiones.
Ley del enfoque
Tenemos que ir avanzando y creciendo personalmente de forma lenta, progresiva, con paciencia y calma. No queramos aprenderlo todo de repente, vayamos poco a poco, aprendamos los valores espirituales de forma tranquila y, cuando estemos ocupados con el crecimiento personal comprenderemos que, al estar focalizados en esta nueva enseñanza, en nuestra mente no habrá espacio para pensamientos negativos como la ira, la avaricia, la envidia, etcétera.
Ley de desarrollo
Estamos en constante cambio, en un permanente fluir. Hagamos lo que hagamos en nuestra vida, debemos ser conscientes que somos soberanos de nuestro destino, y para ello hay que evolucionar espiritualmente. Si somos capaces de mejorar nuestra mente, todo lo que nos rodea también cambiar a mejor.
Ley de focalización
Vamos aprendiendo cosas poco a poco, de forma sostenida. No somos capaces de acceder a niveles altos de sabiduría sin haber estado antes en estadios intermedios. Debemos perseguir ciertos objetivos en nuestra vida, e ir avanzando poco a poco hacia ellos. El esfuerzo casi siempre tiene su recompensa.
La ley del valor e inspiración
La esencia verdadera de esta ley nos habla de cuánto nivel de interés y energía le ponemos a las cosas que hacemos, ya que ello regresará para nuestro beneficio. Si no le das significado a tus acciones, el resultado final no tendrá ningún valor. Solo las buenas intenciones generan un impacto positivo.
Así, el verdadero valor de algo termina siendo un resultado directo del tipo de energía e interés que se le pone. Toda contribución individual también contribuye a la totalidad. Aquellas contribuciones sin energía o interés no lo impactan ni disminuyen. Debes actuar con el corazón para obtener algo valioso.
Ley de la generosidad
La siguiente de las leyes budistas es la generosidad. Es vital que actuemos con generosidad y amabilidad con otros seres humanos. Vivir en un estado mental de respeto y compasión hacia los demás nos hace estar más conectados con nuestra condición de seres que habitamos un mismo planeta.
Y es que las leyes del karma no son independientes de nuestra manera de relacionarnos con los demás, dado que nuestras acciones tienen consecuencias en los otros, y además también tiene un efecto en nuestra identidad.
Ley de la paciencia
Los frutos que recogemos tras mucho trabajar saben mejor. Cuanto más dedicados estemos a las labores que nos ocupan, mayor será la felicidad al recoger la recompensa. Debemos lograr hacer de la paciencia un valor fundamental en nuestra vida.
La ley del cambio
En esta vida lo único constante es el cambio. Las historias se repiten a menos que aprendamos las lecciones del pasado. De esta manera podrás tomar la decisión de cambiar tu vida. Podemos elegir no repetir la historia en diferentes áreas de nuestra vida como el área profesional, emocional, social, etc. simplemente decidiendo. Solo así aprenderás a dirigir tu camino por un rumbo diferente. Al final, todo es cuestión de perspectiva. Estar estancado es una simple ilusión.
Nada permanece igual. Cuando intentamos evitar el cambio, caemos en el sufrimiento. Solemos mortificarnos por algo que ya cambió. Tenemos que aceptar el cambio como parte de la vida. Salir de nuestra zona de confort nos puede traer malestar físico o emocional, pero así aprendemos a lidiar con el cambio. Aceptar este sufrimiento de principio a fin nos ayuda a seguir el proceso de cambio y liberarnos del malestar producido.
ALFA