La naturaleza, esa creación divina que nos provee de todo lo necesario para vivir, nos regala no sólo el alimento, sino un sinfín de recursos de la fauna y la flora que poseen facultades maravillosas que el hombre ha ido descubriendo poco a poco, e incorporándolas a su vida para protegerse de elementos dañinos, como por ejemplo las enfermedades, que muchas veces son congénitas y otras son provocadas por el ambiente y por el mismo hombre.

En este contexto, surgen alternativas efectivas para tratar tratar enfermedades o alteraciones de la salud, a través de los animales, como los perros, los caballos o los delfines, que brinden beneficios a la salud física y emocional de niños y adultos alrededor del mundo.  Considerando la importancia del tema, hemos seleccionado la terapia con delfines para llevar a ustedes información resumida y concreta sobre esta alternativa terapéutica que ha dado resultados maravillosos en diferentes países.

Comencemos haciendo referencia a algunos datos de interés sobre los delfines, estos hermosos y pintorescos mamíferos acuáticos, que resulten ser muy sociables e inteligentes, que miden aproximadamente entre 2 y 9 metros de largo, el cual varía de acuerdo a la especie. Se caracterizan básicamente por poseer un   hocico alargado, cabeza grande, pero, sobre todo por el famoso orificio respiratorio llamado espiráculo, que se encuentra ubicado en la parte superior de su cabeza, el cual les permite respirar y comunicarse, a través de sus conocidos silbidos, que son llamados «clics», y son el modo de expresión y comunicación entre ellos, y el cual varía en frecuencia de «clics» según la especie.

Los delfines son considerados animales muy alegres y cariñosos, amados por niños y adultos, que se han hecho famosos en los parques de diversiones de todo el mundo, por los shows que son capaces de realizar, pero en la pantalla chica se proyectó su encanto e inteligencia en la famosa   serie televisiva “Flipper”, en la cual un delfín con este nombre fue el protagonista que logró acaparar la audiencia de la serie producida por IvanTors Films en asociación con Metro-Goldwyn-Mayer Television, no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero, permaneciendo al aire  desde el 19 de septiembre de 1964 hasta el 15 de abril de 1967, sin embargo,  a lo largo de las décadas ha tenido numerosas repeticiones en muchos países del mundo.

Por otra parte, los delfines poseen un órgano especial llamado «melón», el cual se encuentra localizado  en la parte superior de sus cabezas y actúa como un radar que  les dota de un sentido denominado «ecolocalización»,  que les facilita el proceso de ubicación en el espacio marino para  poder   cazar su alimento, el cual consiste mayormente de raciones de peces y calamares.

Ahora bien, este  proceso natural en los delfines llamado  ecolocalización,  se define como    una capacidad que se presenta solamente en   algunos mamíferos dentados marinos, como los delfines, cachalotes, marsopas y orcas  o en   mamíferos terrestres como el murciélago, lo cual les permite encontrar  sus presas en la profundidad del mar,  por medio  de la exploración  del  ambiente, aprovechando la gran adaptación de su cerebro y al hecho de que el  sonido viaja 4,5 veces más rápido en el agua que en el aire, pudiendo así analizar toda la compleja información que le llega a través de los ecos.

Este proceso de ubicación lo hacen generalmente en grupos y cazan en equipo, debido a que son animales muy sociales, que utilizan formas muy complejas de orientación y comunicación, recurriendo a su voz y su cuerpo para vocalizar, danzar y saltar, agrupándose para formar hábitats enormes de individuos que pueden llegar aproximadamente a un millar, los cuales establecen lazos sociales muy fuertes, tanto con su familia sanguínea como con otros individuos del grupo al cual pertenecen.

Otro aspecto destacable de los delfines, es el hecho de que sus cuerpos aerodinámicos y su piel suave les permite alcanzar grandes velocidades en el agua, además de que estos maravillosos y dinámicos seres  siempre están  en movimiento, llegando a nadar diariamente hasta 40 millas, pudiendo aguantar la respiración hasta 20 minutos, por lo que permanecen  en la superficie sólo un 10 al 20% de su tiempo, además bucean  a profundidades de más de 500 metros o 1.640 pies.

Por otra parte, son considerados como los únicos animales que tienen sexo no sólo para reproducirse, sino por placer, además del ser humano y los primates, y una vez preñadas,  el período de gestación de las crías depende de cada especie: por ejemplo, el delfín del Amazonas tarda 11 meses para parir, mientras que la orca se toma un tiempo de 17 meses para traer al mundo su cría. Cabe destacar que, sólo paren una cría en cada parto.

Hablemos ahora del famoso “clic” de estos bondadosos seres, el cual generan dentro de sus sacos nasales localizados detrás del melón craneal, actuando como una especie de lente que permite el enfoque del sonido hacia una fina señal, la cual se proyecta frente al animal, produciéndose de esta manera un radar, como se dijo anteriormente, cuya frecuencia es más alta que los sonidos que utilizan para comunicarse. De este modo, cuando el sonido golpea un objeto, parte de la energía del sonido se refleja de vuelta hacia el delfín, cuyo  cráneo donde se ubica el melón, recibe el eco, y el tejido graso   transmite el sonido al cerebro.

Una vez emitido el eco como un mensaje, el delfín lo recibe generando otro clic, en un proceso comunicacional de emisión y recepción de mensajes tan perfecto, que podrían dar unas clases magistrales a los seres humanos. El lapso de tiempo entre clic y clic y el eco permite al delfín evaluar la distancia que media entre él y el objeto, y la variación de la señal acústica que recibe el delfín le permite evaluar la dirección donde se ubica el objeto.

Por lo tanto, los delfines siempre están recibiendo ondas sonoras y emitiendo clics, gracias a que su sistema de ecolocalización   es extremadamente sensitivo, pudiendo desenvolverse en  ambientes muy ruidosos,  con una capacidad increíble para ejecutar tareas complejas simultáneamente, como localizar objetos cercanos y lejanos al mismo tiempo, o silbar y ecolocalizarse a la  vez, condición que los hace convertirse en una alternativa excelente para realizar terapias con niños.

Estas terapias con delfines son llamadas “delfinoterapias”, y se trata de un tratamiento dirigido a personas adultas y sobre todo, niños y niñas que requieren mejorar sus  capacidades psico – emocionales, cognitivas e incluso motoras, basándose en la influencia positiva del contacto e interacción entre las personas y estos  animales tan maravillosos, sociables  e inteligentes, en un ambiente  acuático que facilita la activación motriz y lúdica.

Cabe destacar que, muchas investigaciones realizadas con respecto a la delfinoterapia, los posibles efectos beneficiosos, y la forma como se lleva a cabo este proceso de interacción y comunicación entre las especies, la ubican dentro de las alternativas más efectivas que provee condiciones neuro estimulantes al individuo, lo cual facilita la  interacción,  debido a la emisión de ondas ultrasónicas que hacen los delfines, cuya  frecuencia elevada y  amplitud diversa llega a través de su sistema de ecolocalización, el cual aprovechan para comunicarse gracias a los mensajes sónicos que llegan a sus cerebros y que luego convierten en imágenes.

De esta manera, esta interacción entre las personas y los delfines produce primeramente un efecto de estimulación efectivo, que crea el ambiente adecuado para superar deficiencias psicológicas y emocionales,  tanto por el contacto con este maravilloso animal como el ambiente acuático que es un elemento que favorece la terapia. En consecuencia, el proceso antes explicado, propicia un encuentro novedoso con un intenso contenido emocional, lo cual hace que el cerebro produzca nuevas conexiones neuronales, logrando modificarse paulatinamente a medida que aumentan las sesiones.

Además, los expertos en la materia, las ondas ultrasónicas de la ecolocalización, funcionan influyendo sobre el hipotálamo, lo que puede producir mejoras en el estado emocional, sueño, apetito y peso, además de cambios a nivel conductual,  intelectual, de aprendizaje y memoria, motor, la reducción del estrés, la tensión y el miedo de los niños o la mejora del sistema nervioso, etcétera.

Es por ello, que la  delfinoterapia puede ser utilizada  para tratar a personas adultas y niños con: Autismo,  Síndrome de Down, Parálisis cerebral, Alzheimer, Parkinson,  stress, retraso psicomotor, drogadicción, alcoholismo, Síndrome Rett , ACV, hipertensión,  microcefalia, espina bífida y esquizofrenia, durante sesiones cuya periodicidad puede variar entre unos 35 a 45 minutos, durante aproximadamente unos quince días, que pudiesen alagarse de acuerdo al caso tratado y de las necesidades del paciente, considerando período de descanso establecidos por el especialista.

Sin embargo, también debe señalarse que existen algunas polémicas éticas acerca de la delfinoterapia, que se basan en  la oposición a los cautiverios de los delfines que los aleja de su ambiente natural, al punto de que algunas organizaciones han definido a los delfinarios como “cárceles para los delfines”, desde donde se realizan dichas terapias, que aunque se pueden hacer en mar abierto, no es lo conveniente debido  a que no  siempre se puede tener acceso a los delfines y  es muy difícil controlar las sesiones.

En conclusión, la delfinoterapia ofrece la oportunidad a muchos niños y niñas, así como a adultos, a trabajar su parte emocional a través del contacto con estos maravillosos seres a través de sus sonidos, movimientos, e incluso con el roce en su piel suave, que permiten que les toquen con facilidad, debido a  que posen un alto nivel de sociabilidad que facilita la interacción y la comunicación con los seres humanos, llegando a obtener resultados sorprendentes desde el punto de vista psicológico, social y emocional, lográndose avances significativos en el manejo del autismo, el síndrome de Down, el estrés, hasta los que padecen parálisis cerebral y esquizofrenia.

ALFA