La perfección griega, un concepto que por siempre ha causado curiosidad y asombro a la humanidad, al descubrir las maneras en que esta civilización percibía la belleza, el estilo, y la fisionomía de cada ser viviente. Los griegos, creyentes de ser descendientes de los dioses, siempre anhelaron lo mejor, posicionando sus expectativas en la cumbre de cada hito, y demostrándolo a través de las diferentes expresiones artísticas, así como en su dinámica social.

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Durante el periodo clásico se alcanzó la cumbre artística en la Antigua Grecia. Las obras de Fidias y Mirón son reconocidas, aun en la actualidad, como los iconos occidentales de las expresiones más exquisitas de la belleza y la perfección. Jugando con la percepción del ojo humano, estos dos escultores no perdieron su norte en lograr esculturas sin que se les escapara ningún detalle.

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Para ellos, la perfección griega representaba reflejar el equilibrio característico de la fisionomía humana, empleando el bronce y mármol para representar a dioses, héroes, y destacadas figuras de su sociedad, junto con un halo de idealización único y un canon proporcional especifico, que solo en su época se logró alcanzar, por lo que cada pieza representa un tesoro de inmensurable valor. 

Sobrepasado su decaimiento durante la época oscura, también llamada, homérica, la civilización griega resurgió en cuanto a la manera de valorar la armonía de cada estructura, fuese animada o no, inundando las conversaciones en los templos, en las escuelas, y en cada rasgo artístico, en torno a la añorada perfección.

De hecho, la búsqueda necesaria de la perfección se enlazó con el vocablo griego ‘Areté’. Una referencia, ambigua según el profesor, Carlos Schrader, al asomar que “es un concepto vago que implica un conjunto de cualidades cívicas, morales e intelectuales.” Sin embargo, en la historia de la Antigua Grecia se demuestra fervientemente como una idea crucial para señalar prominencia, excelencia, y logro.

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El sofista Hipias de Élide, representante de la educación durante la Antigua Grecia, expresó en su momento que ‘Areté’ significa el aprendizaje del éxito, tanto en la manera de pensar, de hablar, como de cada acción ejecutada. De hecho, de la Antigua Grecia se valoran, además de las ideas físicas de la perfección, las líneas de pensamiento donde alguien al que se le consideraba ciudadano debía ser valiente, moderado, y justo, virtudes que lo relevaban como ser, le daban utilidad, catalogándolo con el máximo logro de la perfección.

Las historias de Perseo, quien logró acabar con la temible Medusa; del mayor guerrero en la mitología griega, como Hércules; o del líder de la Guerra de Troya, Aquiles, fueron el hilo conector entre la ejecución de cada acción como predisposición a ser realizada cual si fuera una gran hazaña. Lo mejor, lo ideal, lo perfecto, los griegos siempre se exigían el 100% a fin de concretar con éxito el estatuto social preestablecido, pensamiento que debería reconsiderarse para implementarlo en la dinámica actual a fin de mejorar la estabilidad social del mundo regente.

ALFA