La meditación cristiana no tiene que ver con ninguna práctica de misticismo. En ella se involucran las sagradas escrituras de la biblia, fundamentadas en la palabra de Dios; es un proceso activo del pensamiento en sí: pensando y resolviendo, entregándose al estudio de la palabra, orando sobre ello y pidiéndole a ese ser supremo para que en su infinita misericordia, nos provea de sabiduría para entenderla.
En la meditación cristiana, las personas ejecutan la reflexión dejándose llevar por los pasajes bíblicos, sometiéndose a sus preceptos. También es conocida como la oración del corazón reflejando tres elementos claves para llevarla a cabo: tranquilidad, silencio y complicidad; además, se realiza en lapsos importantes, en la mañana o finalizando la tarde, donde se consigue mayor tranquilidad; aunque de manera general no existe una hora predilecta, tan solo la necesidad de hacerla en cualquier momento que se preste para ello.
La meditación cristiana, ha sido utilizada desde el siglo IV a.C., caracterizándose por etapas: la lectura, la meditación discursiva, efectiva oración y contemplación. En estado de lectura, se escoge un fragmento leyéndolo premeditadamente, en la meditación discursiva se predica ese texto, en estado de efectiva oración se habla con Dios de la lectura, implorándole que le revele la verdad, en la contemplación que es la etapa final, sencillamente se reposa sintiendo la presencia de Dios.
Nuestros pensamientos, implantan las actitudes; por eso, todo lo que pensemos marcará nuestra vida y, de allí radica la importancia de las ideas que salen de la mente; en la meditación cristiana, se cree que Dios desea el pensamiento en su palabra; no obstante para Ignacio de Loyola, maestro y testigo de la meditación, “es un método de identificación e ideas de encuentros con Cristo, para retomar el camino mesiánico de transformación de la historia, o sea, la salvación de la humanidad”.
Mediante la meditación cristiana, se sigue un camino diferente: con ella no se pretende que olvidemos el pasado, como en muchos otros tipos de meditaciones; se le da gran importancia a nuestras fantasías en los aspectos más visibles, no tratándose de un control cualquiera; ya que dirigimos y centramos la atención en los momentos de la vida de Jesús, el Cristo o hijo de Dios. Por lo tanto, nos concentramos para que la fuerza de su presencia, pueda entrar como forma creadora y transformadora de nuestra existencia.
Sin embargo, la meditación cristiana no se cierra en lo sensible, ni abandona en ningún momento el pensamiento y esto se nota, a medida que avanza la reflexión, se convierte en producto de una investigación, de una comparación e interpretación. De ese modo, se llega al corazón de la plegaria; entonces se presenta la oración como plano de ejercicio intelectual.
A través de la meditación cristiana, descubrimos algo que en realidad no es nuevo, manifestamos una fuerza interior que actúa en nuestro espíritu, cambiando y perfeccionando con un equilibrio que nos lleva hasta el misterio, en una práctica que nos hace sentir felices.
Todos de alguna manera buscamos de Dios y no es cosa de religión, es una necesidad espiritual que llevamos muy adentro de nuestra alma. Siempre necesitamos comunicarnos con un ser superior que nos protege y guía en todo momento. Este artículo es estupendo.
Que artículo tan hermoso!, me encantó. Todo lo que tenga que ver con la espiritualidad me llama la atención; la meditación es una de las formas para comunicarse con Dios.
que hermoso..también es conocida como oración del corazón.