La Biblia de las Brujas

La biblia de las brujas: Con un formato similar a una biblia católica, La Biblia de las Brujas es una completa enciclopedia sobre brujería. Que agrupa un innumerable caudal de material sobre rituales, hechizos y formas mágicas que persigue -en la vida real- aquellos profesos de la religión Wicca. Dentro de sus escritos se reúnen las creencias de esta religión neopagana con el paganismo escandinavo del siglo XX, aquel que respondía a las creencias vikingas.

La primera parte del libro examina la historia de la Wicca: su significado, sus fiestas y sus ceremonias. Si bien tenemos cierta lejanía en la materia, La Biblia de las Brujas relata estos ritos como certeros y oficiando de manual de historia.

La biblia de las brujas

Mientras que, la segunda sección se dedica a los ritos de iniciación, ciclos lunares propicios, y un extensivo material de hechizos y ejercicios para efectuar proyecciones astrales y distintos fenómenos paranormales. Literalmente hablando, el libro explica -cual receta gastronómica- los pasos y los elementos necesarios para iniciarse en esta religión. Te invita a inmiscuirte en la clarividencia o por ejemplo, a cómo iniciar un aquelarre.

Para algunos un libro de ciencia ficción. Para otros, un manual tal vez histórico; tal vez de guía. Pero lo cierto es que este libro te invita a conocer más allá de lo que conocemos dentro del catolicismo mismo. La única desventaja, es que no está disponible en PDF y su precio en el mercado es mayor a los cinco mil pesos. Pero es un libro sumamente interesante para los curiosos en las ciencias ocultas.

Ciencias Ocultas, Hechicería y Magia: Una Historia Ilustrada

Siguiendo con la misma temática, otro de los autores que se dedica al género es Christopher Dell, actual diplomático estadounidense. Si bien, este autor no tiene una historia ligada al ocultismo o la hechicería, se ha dedicado a escribir algunas obras de esta temática. «Ciencias Ocultas, Hechicería y Magia» es un relato -capaz un tanto más ficcional que el anterior- sobre las tradiciones mágicas.

«Este libro es una historia vívida y fascinante de lo críptico, lo místico y lo sobrenatural, que se inicia con las primeras evidencias de pensamiento mágico en la oscura penumbra de una cueva paleolítica y finaliza en la intensa luz de la era digital contemporánea y su renovado interés por el paganismo», afirma la reseña. Lo cierto es que, a diferencia del anterior no sólo se enfoca en la Wicca sino que involucra diferentes formas de pensamiento

La biblia de las brujas: Las brujas tienen una historia larga y elaborada.

Sus predecesores aparecen en la Biblia, en la historia del rey Saúl que consulta a la así llamada «bruja de Endor». También aparecen en el período clásico en la forma de «estirges», unas temibles criaturas aladas con forma de harpías o lechuzas que se alimentaban de la carne de bebés.

Circe, la hechicera de la mitología griega, era una especie de bruja capaz de transformar a sus enemigos en cerdos. Así era también su sobrina Medea. El mundo antiguo fue, pues, responsable del establecimiento de una serie de figuras retóricas que en los siglos subsiguientes serían asociadas a las brujas.

Sin embargo, no fue hasta comienzos del Renacimiento que nuestra percepción moderna de las brujas se formó realmente. Y un hombre de esa época hizo más que ninguno para definir la forma en que todavía nos imaginamos a las brujas: el pintor y grabador Alberto Durero

La biblia de las brujas: Doble problema

En un par de grabados enormemente influyentes, Durero determinó lo que se convertiría en el estereotipo de la apariencia de una bruja.

Por un lado, como en «Las cuatro brujas» (1497), podía ser joven, atractiva y ágil, capaz de cautivar a los hombres. Por el otro, como en «Bruja montando una cabra al revés» (circa 1500), podía ser vieja y abominable.

Este último grabado mostraba a una vieja bruja desnuda sobre una cabra con cuernos, símbolo del demonio. Tiene ubres caídas por senos, una boca abierta por la que da alaridos e impreca y unas hilachas de cabello que apuntan en la dirección en la que se mueve de forma innatural (un signo de sus poderes mágicos). Incluso blande una escoba. He aquí a la matriarca de las brujas que hoy encontramos en la cultura popular.

Para los historiadores del arte, no obstante, la pregunta clave es de dónde sacaron los artistas del Renacimiento el modelo de esta visión espeluznante. Una teoría es que Durero y sus contemporáneos se inspiraron en la personificación de «Invidia» («Envidia»), tal como la concibió el artista italiano Andrea Mantegna (1431-1506) en su grabado «La batalla de los dioses marinos».

«La figura de Envidia de Mantegna creó en el Renacimiento la idea de que la bruja era una vieja harpía», explica la artista y escritora Deanna Petherbridge, una de las curadoras de la exhibición del Museo Británico.

«Invidia era macilenta, sus pechos ya no servían para nada, lo que explica por qué sentía envidia de las mujeres y atacaba y se comía a los bebés. Frecuentemente tenía serpientes en la cabeza en lugar de cabello», señala.

Un buen ejemplo de este tipo de bruja puede verse en un grabado italiano extraordinariamente intenso conocido como Lo Stregozzo («La procesión de la bruja», 1520). En él, una malévola bruja con la boca abierta, el cabello en desorden y ubres secas agarra un caldero humeante y monta un esqueleto monstruoso y fantástico. Su mano derecha enfila hacia la cabeza de un bebé de una pila de infantes a sus pies.

Este grabado se produjo durante la «era dorada» de la imaginería de brujas: los tumultuosos siglos XVI y XVII, cuando los despiadados juicios por brujería convulsionaban a Europa (el punto máximo de la caza de brujas se produjo entre 1550 y 1630).

Como resultado hubo una efusión de símbolos asociados a la brujería brutalmente misóginos, mientras que los artistas aprovechaban la invención de la imprenta para diseminar el material rápida y ampliamente.

La biblia de las brujas

«La brujería está ligada a la revolución de la imprenta», explica Petherbridge.

Para el siglo XVIII las brujas ya no eran consideradas una amenaza. En cambio, se las entendía como ideas supersticiosas de campesinos. Pero eso no disuadió a grandes artistas como Goya de pintarlas.

Los «Caprichos», la colección de 80 grabados de Goya desde 1799, emplea brujas, duendes, demonios y monstruos como instrumentos de sátira.

«Goya utiliza la brujería metafóricamente para señalar los males de la sociedad», dice Petherbridge. «Sus dibujos se refieren en realidad a cuestiones sociales: codicia, guerra, la corrupción del clero».

ALFA