Las personas de ahora llevan su vida a mil kilómetros por horas, es decir, que buscan realizar grandes cantidades de actividades, haciéndolas de forma acelerada. Esto trae como consecuencia el desgaste prematuro del cuerpo, y su efecto se refleja en el rostro. La historia japonesa cuenta que durante el siglo V surgió un masaje rejuvenecedor, el mismo ha sido mantenido y perfeccionado con el pasar del tiempo hasta la actualidad. Hoy se conoce como Kobido y sus sesiones cuentan de cuatro etapas. Las personas que se realizan estas frotaciones corporales disfrutan de sus resultados a corto plazo.
La búsqueda del equilibrio entre el cuerpo y la mente era realizada por los samuráis del antiguo Japón, como resultado nació “Anma”, que significa presión y fricción. Al poco tiempo, la emperatriz japonesa del año 1472, exigió que desarrollaran un masaje similar, pero que, además, le ofreciera al rostro bienestar y buen semblante. De esta forma, el nuevo integrante de la categoría de los masajes japoneses fue conocido como Kobido, cuya denominación es el “antiguo camino de la belleza”.
Este viaje para mejorar la apariencia y conseguir un equilibrio interno consta de cuatro estaciones. Su proceso tiene una duración de aproximadamente tres horas. Las áreas del cuerpo que tratan son: el cuello, la cabeza y el rostro.
Inicialmente se realizan masajes en la zona del cuello, mientras la parte del rostro es cubierta con una toalla moderadamente caliente. La combinación de ambos procedimientos motivará la circulación sanguínea y reducirá los niveles de estrés. Aunado a esto, la temperatura del paño ayudará a expandir los poros de la piel, preparando la cara para la siguiente etapa.
Posteriormente, se dedicarán al área facial, procediendo a realizarle una limpieza profunda, eliminado los excedentes de grasa y la suciedad presente. De esta manera, se le devolverá vitalidad al rostro, haciendo que luzca mas joven, además de prevenir la aparición tanto de arrugas como de manchas.
Para el tercer paso, se hará uso de cremas hidratantes mediante masajes relajantes. Estas lociones son vitales para la restauración de los tejidos, aunado a esto, crean barreras de protección a largo plazo.
Por último, el Kobido trabaja con energía del cuerpo desde los puntos localizados en el rostro. Esto logra mejorar el flujo de la energía vital. Su reacción y efecto en el rostro es parecido al ocasionado por las agujas de acupuntura, pero sin la presencia de estas.
Una de las grandes ventajas de estos masajes es que tanto hombres como mujeres de cualquier edad, se pueden beneficiar de sus resultados estimulantes y reparadores. Además, es una técnica que no requiere del uso de materiales invasivos. Estas frotaciones motivan la producción natural de colágeno, conocida como la proteína que fomenta la regeneración de los tejidos y la elasticidad corporal.
En resumidas palabras, si lo que se busca es rejuvenecer superficialmente mientras se equilibra el interior del cuerpo, la mejor recomendación es asistir a sesiones de estos masajes. El Kobido es una técnica de belleza estética y mental.
ALFA