Tras la caída del Imperio Romano, las joyas continuaron siendo el punto focal de  las civilizaciones. La joyería medieval se destacaba en cuanto a la calidad, superando a los bizantinos: anillos, fíbulas, brazaletes, pendientes, broches, collares engarzados en múltiples argollas y relicarios; eran quizás las piezas más usadas a la par de motivos religiosos.

En el siglo VIII las armas eran adornadas al estilo de las joyas. Los ajuares en las sepulturas eran significativos; personas enterradas con fíbulas de oro, pendientes de plata, perlas, piedras preciosas, peines y hebillas.

En la edad media, la “joyería celta” estaba personificada en modelos de esquemas continuos; mientras los “esbozos merovingios” eran conocidos por figuras distintivas. Fueron dos grupos notables por la excelencia en sus trabajos; al igual que se impusieron los estilos anglosajones y visigodos.

La técnica del “cloisonné” o “esmalte alveolado”, fue muy empleada y consistía en soldar a la joya u objeto metálico, alambres de oro o plata adhiriéndolos en delgadas cintas. Las terminaciones eran visibles cuando se finalizaba la pieza, sirviendo de separación entre numerosas divisiones de esmalte o incrustaciones que a menudo estaban elaboradas en diferentes colores.

El Imperio Bizantino a diferencia de los romanos y conjuntamente con los francos y celtas; preferían usar el pan de oro que consistía en láminas muy finas del batido de este bello mineral. El oro macizo no estaba incluido dentro de sus prioridades, poniendo todo el énfasis en gemas y piedras preciosas; y a semejanza de sus antecesores, esa joyería fue llevada por damas de alta alcurnia y adineradas. Sin embargo, los hombres se limitaron a los anillos signatarios.

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Asimismo, en esa época las innumerables caravanas comerciales procedentes del oriente, llegaban a Europa con gran cantidad de oro y plata, piedras preciosas y semipreciosas; vendiéndolas para ser utilizadas en la producción del comercio de joyería y en la elaboración de alhajas religiosas y reales. La mayoría de las coronas llevaban incrustaciones en granates con cabujones, que eran gemas pulidas totalmente en forma redondeada.

Ya en el siglo XIV, el color y tamaño de las piedras preciosas establecían su valor; y los diferentes procedimientos en hornos a altas temperaturas, permitieron ofrecer un color muy singular a los diseños. Igualmente, aplicaban variados métodos implementando impresiones que han prevalecido en el tiempo.

También en ese siglo, se destacó el uso limitado de simbolismos con figuras de animales; en los que predominaba mayormente la representación a través de formas asociadas al cristianismo. De esta manera, Italia se convirtió gradualmente en actor importante del comercio mediterráneo; haciendo negociaciones millonarias en zonas como Florencia y Venecia.

La edad media marcó un precedente en el mundo de la joyería, combinando arte romano con cultura bizantina. La orfebrería introdujo una moda de cambios impresionantes en una etapa de la civilización, afincada en creencias expandidas por la historia.

No deje pasar la oportunidad de incorporar a su estilo personal, joyas inspiradas en esa misteriosa época. Prendas de increíble belleza, con el recuerdo cultural de tradiciones míticas; transformadas en accesorios magníficos entre la modernidad.

ALFA