Hablar de la realeza, es sinónimo de joyas y Mónaco no es la excepción. Mónaco, oficialmente el principado de Mónaco, país soberano, ocupa el segundo lugar como el estado más pequeño del mundo. Es una monarquía constitucional, por lo que tradicionalmente las joyas pasan de generación en generación, podía verse a nietas luciendo tiaras que sus abuelas portaron años atrás. Pero, solo fue así hasta que Carlota de Mónaco decidió ceder sus joyas antes que dárselas a Grace Kelly la esposa de su hijo Raniero. Conozca más de  las joyas de esta corona.

Debido a la cesión de Carlota, la nueva princesa de Mónaco, Charlene Wittstock, no posee la extensa colección de joyas familiares acostumbrada para exhibirla en eventos especiales. Sin embargo, poco a poco se ha ido haciendo su propia colección. El anillo de compromiso, regalo del Príncipe Alberto, de oro blanco con un diamante talla pera de 3 quilates, dispuesto sobre un solado de diamantes y realizado por la firma italiana Repossi.

Asimismo, Carolina de Mónaco le prestó a la princesa un sencillo broche floral de diamantes que lució en su cabello. El origen del broche se remonta al siglo XIX y se dice pertenecía a Karl Lagerfeld antes de pasar a manos de Carolina. Para la boda religiosa la princesa solicitó al diseñador franco-germano Lorenz Bäumer, que le elaborara una tiara; la misma se denominó espuma de diamantes para honrar el pasado de la princesa como nadadora olímpica.

La princesa también llegó a deslumbrar con un collar, regalo del Príncipe Alberto el día de su boda, el cual fue elaborado por Van Cleef & Arpels y denominado “Océano” en honor a ella. El mismo es de oro blanco, pero tiene la peculiaridad de transformarse en tiara, contiene alrededor de 1200 piedras, con un peso que alcanza los 70 quilates, 883 diamantes dispuestos en talla circular, 10 diamantes talla pera (normal), 1 diamante talla pera de 4 quilates y 359 zafiros con tres tonalidades de azul diferentes.

Ahora bien, en cuanto a las joyas de la princesa Carlota de Mónaco, resalta la tiara regalada por el Conde Pierre de Polignac a la princesa, con motivo de su boda el 19 de Marzo de 1920. La misma fue elaborada por la casa Cartier en platino, oro blanco, perlas y diamantes. Fue Carolina de Mónaco (su nieta) quien la heredó luego de su muerte. Otra de sus joyas heredada por Carolina fue la tiara Fringe que también puede lucirse como gargantilla; también fue creada por la casa Cartier.

Otra joya emblemática de la corona de Mónaco es el collar/tiara de zafiros, posee siete grandes zafiros y diamantes de talla brillante y talla baguette. La misma pertenece a la Princesa Carolina desde su juventud, probablemente un regalo de sus padres, los Príncipes Rainiero y Gracia de Mónaco.

Finalmente, la casa Grimaldi sigue siendo referencia en cuanto a joyas, aun cuanto Carlota haya desviado la herencia de muchas, se siguen sumando piezas nuevas, de igual belleza, valor y elegancia.

ALFA