En tan solo tres horas después de zarpar de la costa venezolana, se topará con Isla la Tortuga. Nadie vive ahí, su inhóspita atmósfera se mantiene ante la vista ávida de visitantes que buscan un lugar tranquilo, placentero e inolvidable. Es un destino excepcional el Caribe.
El agua transparente, la arena paradisíaca y su fácil acceso son algunos de los potenciales turísticos de esta Isla que pertenece a Venezuela. Es un excelente plan para un fin de semana. Su nombre se lo debe a la fauna de tortugas que viven ahí. Una de las maneras de transportarse es con las empresas que salen desde el Puerto de Buche en la población de Higuerote (estado Miranda), ubicado a solo 90 minutos de Caracas.
Los agentes de turismo ofrecen traslados en lanchas con generosos paquetes que incluyen las comidas, carpas para dormir y el servicio de baños con agua dulce. Al llegar a la Isla ya tendrá organizado el campamento a orilla de la playa sin preocuparse por encender el gas para cocinar. La mejor opción es irse con ellos. La mayoría tiene más de 10 años trabajando ahí, quieren la Isla, la cuidan y se esfuerzan en que usted se lleve un buen recuerdo.
Durante la travesía, podrá divertirse viendo algunos delfines y peces voladores que persiguen la embarcación. En ocasiones, el oleaje es fuerte, es mar abierto; por lo que la lancha salta con cada ola y el paseo puede ser menos sutil de lo que se espera. Sin embargo, al llegar notará que todo valió la pena. Con solo acercarse a la Isla, ella le da la bienvenida. El azul del agua de alta mar pasa a ser turquesa y después, hacia la orilla trasparente. Caminar por el terreno de 194 kilómetros y ver por 72 horas el cielo y lo blanco de las nubes, no tiene desperdicio. Siempre hay sol y la arena es suave. Las palmeras forman sombras y el olor al pescado fresco que sofríen en algunos campamentos embelesa.
Aunque no hay casas en la Isla, muchos pescadores la visitan de manera regular para abastecerse. Parece que uno de ellos, construyó lo que se conoce como el Museo de Piedras; ubicado en uno de los laterales de la Isla. Son varias singulares piedras que montaron con distintas representaciones, formando un camino que llega al centro del “monumento”.
En la otra esquina, conseguirá La Piscina; una pequeña lagunita con agua tibia muy cómoda para un grupo de personas que quieran divertirse conversando un rato de manera agradable o para aquellas parejas, quienes están en busca de un espacio alejado de los viajeros.
También, es buena idea pasear por el aire fresco de los cayos vecinos llamados Los Tortuguillos y Cayo Herradura. En oportunidades, llegan lujosos yates en la noche; dándole a la Isla un aire de exclusividad, y aunque coloquen música en volumen alto, hacia la medianoche la fiesta se acaba. ¡Este es un lugar para relajarse!
ALFA