La historia del anillo de compromiso que hoy en día conocemos, y que simboliza en la tradición occidental la intención y el compromiso de una pareja a unirse y contraer matrimonio, se remonta a los tiempos antiguos, desde los primeros vestigios de nuestra civilización, a pesar de que con el transcurrir de los siglos y las épocas, ha tenido múltiples variaciones; pero sigue teniendo el mismo significado.
Se sabe que, en la época de la Prehistoria, los hombres elaboraban lazos de hierbas y se los colocaban a sus mujeres en las muñecas, la cintura y los pies; con el objetivo de controlar sus espíritus; como una manera de asegurarse de que sus mujeres estarían con ellos, que asumieran un compromiso formal. Esto ha ido cambiando obviamente, sin embargo, en algunas culturas aún se mantiene ese control del hombre sobre las mujeres.
Pero, se dice que el origen del anillo de compromiso se remonta al antiguo Egipto, cuando las mujeres se colocaban un anillo en el dedo anular como símbolo de su compromiso con un hombre. Estos anillos de compromiso de las parejas egipcias se elaboraban con madera, hueso, marfil, fibras de plantas o cuero.
La razón por la que lucían este anillo en el dedo anular, es porque la “vena amoris” (nombre colocado por los romanos) de ese dedo llega hasta el corazón; lo cual le daba un significado especial, como prueba de amor de la pareja; quienes creían también que su amor quedaría atado y no se podía escapar.
Los romanos también usaban los anillos de compromiso, en forma de aro de hierro que representaba el compromiso que ambos miembros de la pareja estaban asumiendo, además de simbolizar lo eterno del ciclo de vida de la nueva pareja. Asimismo, el novio entregaba un anillo de compromiso a su suegro, durante una ceremonia realizada para pedir la mano de su hija; y a su novia le obsequiaba uno en forma de llave, la cual abría los candados que servían de custodia de objetos de suma importancia para la familia, como prueba de confianza.
Ya en el siglo VIII de nuestra era, los judíos comenzaron con la costumbre de entregar en sus ceremonias nupciales; una especie de anillo de compromiso; el cual era pertenencia de la sinagoga, ya que sus dimensiones eran enormes y era imposible llevarlos en los dedos.
Por su parte, los cristianos comenzaron la tradición del intercambio de anillos de compromiso en el siglo III, sin embargo, fue en el siglo XIII cuando se formalizó este rito, debido a que las autoridades eclesiásticas antiguas no los aceptaban, por ser considerados como una “tradición pagana”; comenzándose a usar el anillo de compromiso elaborado con oro.
En el año 1549, en la Inglaterra de Eduardo VI, fue decretado que el tercer dedo de la mano izquierda, es decir el dedo anular, fuese el dedo oficial para colocar el anillo de compromiso, y además en el Libro de Oración Común fue designada la mano izquierda como la mano del matrimonio. Asimismo, la Iglesia Romana decretó que la mano izquierda fuese la mano del matrimonio, estableciéndose en el año 1615, estamento contenido en el Ritual Romano de Pablo V.
Aunque pasaron siglos, décadas y años, y la tradición del anillo de compromiso se mantenía en las diferentes culturas y religiones. La tradición del anillo de diamantes para establecer un compromiso de pareja es mucho más reciente; ya que fue a partir del siglo XV que se comenzó a diseñar y elaborar con gemas preciosas incrustados en metales como el oro y la plata.
El primer anillo de compromiso incrustado con diamantes data de 1477, y le fue obsequiado por el archiduque Maximiliano de Austria a María de Borgoña. Ya en la meca del cine, se comenzó a hacer uso de grandes anillos de diamantes, en películas como “Los caballeros las prefieren rubias” protagonizada por Marilyn Monroe en el año 1953. Este icono del cine, motivada por la belleza de los diamantes, afirmó en una entrevista que “los diamantes eran los mejores amigos de una mujer”.
Actualmente, el 78% de los anillos de compromiso que se venden por el mundo son de diamantes; debido a que por sus grandes propiedades físicas esta piedra preciosa es duradera, irrompible y simboliza la “eternidad”. Razón por la cual, ha sido llamada de esa manera, ya que su nombre proviene del griego adamas, que significa invencible.
De esta manera, la historia está llena de relatos que evidencian la importancia que el ser humano le ha dado al anillo de compromiso, por lo que sin duda, simboliza el respeto, el amor, la responsabilidad de amarse, compartir en las buenas y en las malas, estableciendo un vínculo capaz de procrear nuevos hombres y mujeres, desde el amor incondicional; aunque la realidad siempre ha plasmado realidades muy diferentes, siempre es grato saber que en la mente y los corazones está este tipo de costumbres basadas en el amor.
ALFA