Flora intestinal: La flora intestinal o microbiota es un conjunto de microorganismos que viven en perfecta simbiosis en nuestro intestino. Está compuesta por aproximadamente cien billones de bacterias beneficiosas, una cifra diez veces mayor que el número de células presentes en nuestro cuerpo. Estas bacterias pertenecen a entre quinientas y mil especies diferentes, y el 95% de ellas vive en el colón.

El conjunto total llega a alcanzar un peso de hasta dos kilos, similar al de nuestro hígado y, su importancia es vital, porque desarrolla funciones esenciales para nuestro organismo. De hecho, nuestra existencia sería muy complicada sin ella y posiblemente viviríamos menos tiempo y mucho peor.

Es importante saber que nuestro sistema digestivo tiene una superficie de 300 metros cuadrados, similar a una pista de tenis. Es el órgano más en contacto con el exterior y por lo tanto el más susceptible de ser atacado por agresiones externas. De hecho, la mayoría de nuestras defensas se encuentran en esta zona para protegernos. Una de las herramientas de defensa son los componentes de la flora intestinal.

flora intestinal

Cómo mejorar nuestra flora intestinal

Entonces, ¿la flora intestinal se regenera sola o podemos hacer algo por ayudarla? La experta explica que el cuerpo humano no fabrica su flora intestinal, sino que la adquiere del exterior, de modo que cuando nacemos no tenemos flora intestinal pero la vamos generando con la lactancia, la alimentación y el contacto con agentes externos, entre otros factores.

Para lograr una mayor diversidad de la flora intestinal es necesario haberse entrenado y haber estado en contacto con gran cantidad de especies de microorganismos diferentes, lo que no significa que sea necesario haber sufrido gran cantidad de infecciones, como se pensaba años antes, advierte la especialista.

Por el contrario, todo lo que aleje a la flora intestinal de la diversidad la perjudicará. Una dieta poco saludable, con mucho azúcar, grasas, alimentos procesados y escasez de fibra será malo para ella.

La dieta

Como apuntaba la experta, la alimentación es la clave para mantener la diversidad de nuestra flora y ayudarla a desarrollar sus funciones y mantenerse en simbiosis con nosotros. Mas señala los ingredientes fundamentales para mejorarla: la fibra, los prebióticos y los probióticos, que se acompañarán de un estilo de vida saludable. La doctora explica sus funciones y beneficios.

Fibra: La fibra es muy importante, pues esta llega al colon sin digerir y, una vez allí, alimenta a nuestras bacterias, esto es, ayuda a la flora a cubrir sus necesidades, a ser rica y diversa, que es lo que más la beneficia.

Prebióticos: Son una parte no digerible de un alimento que estimula y facilita el crecimiento de un grupo selectivo de bacterias beneficiosas de nuestra flora intestinal. Un ejemplo es la inulina, una fibra vegetal, soluble y fermentable por las bacterias de la flora que favorece el crecimiento de las bifidobacterias.

Probióticos: Se trata de microorganismos vivos que, en cantidades adecuadas, producen un beneficio para la salud. Resisten el paso del tubo digestivo y llegan vivos al colon. Allí no necesariamente colonizan la flora local, ni acaban formando parte de ella, sino que se consideran flora en tránsito y durante este tránsito ejercen su función y pueden ser muy útiles, ya que compiten y desplazan patógenos, producen sustancias fundamentales para nutrir la mucosa del colon y también incluso en algunos casos pueden ser una ayuda frente a algunas molestias digestivas leves.

No todos sirven para todo: los efectos de estos probióticos van a depender de la especie, de la cepa y de las cantidades en las que se tomen. Uno de los más importantes y conocidos son las bifidobacterias, que están muy presentes en la leche materna, se encuentran en mayores cantidades en los niños y van disminuyendo sus poblaciones con el paso de los años. Hay probióticos que están presentes en alimentos de muy fácil incorporación en nuestra dieta como el yogur, el kefir y las leches fermentadas.

Consejos generales

Seguir una dieta lo más equilibrada y variada posible idealmente adaptada al patrón de la dieta mediterránea.

Optar por una dieta muy rica en fibras en general. Se recomienda una ingesta de fibra en adultos superior a 25 gramos al día, siempre introducidos de forma progresiva sino estamos acostumbrados.

Asegurar que entre estas las fibras que tomamos en la dieta haya prebióticos.

Incorporar probióticos en la dieta, a través de los yogures, kéfires o leches fermentadas con bifidobacterias.

Llevar un estilo de vida saludable: correcta hidratación, actividad física regular y adecuada a nuestra realidad, unas correctas pautas de sueño, evitar todos los tóxicos conocidos (el alcohol y el tabaco) y evitar el estrés.

¿Qué funciones tiene la flora intestinal?

Las bacterias de la flora intestinal desempeñan tareas esenciales en nuestro organismo. En concreto, de tres tipos:

Nutricional: favorece la síntesis de compuestos como las vitaminas, entre ellas la  K  y  las del grupo B, facilita la absorción de calcio y hierro en el colon, y favorece el  movimiento intestinal.

Protectora: la microbiota impide la implantación de bacterias patógenas externas que puedan provocar infecciones.

flora intestinal

Inmunológica: este conjunto de bacterias activa y fortalece el sistema inmunológico, aumentando nuestras defensas frente a las infecciones bacterianas y víricas.

En resumen, la flora intestinal defiende al organismo frente a bacterias, virus o enfermedades, asegura el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo y colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales.

¿Qué altera la flora intestinal?

Existen muchos factores que pueden alterar la microbiota. Entre las principales causas, se encuentran:

Una alimentación inadecuada. Una dieta pobre en fibra y un exceso de carnes, grasas y azucares pueden afectar muy negativamente a la flora.

Malos hábitos de vida. Entre otros, el sedentarismo, el estrés, el alcohol y el tabaco. También el insomnio y las rutinas de sueño irregulares resultan perjudiciales, al igual que la exposición a la contaminación.

El envejecimiento. La edad constituye otro factor de riesgo. Fundamentalmente, a partir de los sesenta años desciende el número de bacterias beneficiosas. Esta es una de las razones del aumento de enfermedades, infecciones y síntomas digestivos -como el estreñimiento-, en este grupo de población.

Infecciones víricas o bacterianas y otras enfermedades digestivas. La colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, entre otras, son susceptibles de alterar la flora intestinal.

Tratamientos postoperatorios. Por ejemplo, radioterapia o cirugía.

Algunos medicamentos. El consumo de antibióticos puede provocar igualmente desequilibrios en la flora intestinal. Estos medicamentos son muy necesarios en casos de infección, porque se ocupan de eliminar las bacterias que la causan, pero su uso cambia el equilibrio normal de la flora al dañar las bacterias propias beneficiosas y fomenta que se asienten otros microorganismos patógenos responsables de las diarreas asociadas a antibióticos.

Viajes a otros lugares del mundo. Los desplazamientos largos provocan también con frecuencia alteraciones en la microbiota, y si además se viaja a lugares donde las condiciones higiénicas son malas o a zonas de climas tropicales, el riesgo de contraer la famosa diarrea del viajero es alta. Esta posibilidad aumenta sobre todo si se consumen alimentos crudos o poco cocinados, se bebe agua no embotellada, o no nos lavamos las manos antes de comer, entre otras cosas.