Todos se han preguntado en algún momento de su vida: ¿a dónde vamos después de la muerte?, ¿qué ocurre?, ¿con qué nos encontramos?, ¿hay otra vida? Este tema ha sido el gran misterio que ha rodeado a la humanidad desde el principio de los tiempos.

Desde un punto de vista cultural, la vida después de la muerte es algo que se ha dado por hecho; los aztecas, mayas, egipcios, en fin, todas las culturas ancestrales creían que después de la muerte existía una prolongación de la vida que, dependiendo de los actos hechos en vida, serían de una forma u otra.

La mayoría de las religiones conocidas actualmente también afirman que la muerte no es el final; el cristianismo, islamismo, judaísmo, budismo y más, tienen en común que han hecho de la vida después de la muerte su creencia principal.

Las diferencias encontradas entre las culturas y las religiones son los destinos de las almas, que es lo que perdura de nosotros, una vez hemos fallecido. La mayoría de las culturas y religiones condicionan el destino del alma a los actos habidos en vida; cada uno lo llama de una forma parecida, pero, a grandes rasgos, lo que afirman estas creencias es que si actúas de una forma correcta, vas a vivir después de la muerte en un lugar más deseable, y, por el contrario, si cometes actos sancionables moralmente, el destino del alma no será tan agradable.

Desde un punto de vista empírico, existen varios estudios que hablan de una forma amplia y explícita sobre las experiencias que se desarrollan en el momento cercano a la muerte, e incluso, hay relatos sobre cómo se ha vivido la experiencia de la muerte por parte de personas que han estado clínicamente muertos y, posteriormente, han resucitado ya sea por medios médicos o biológicos.

El psiquiátra Raymond A. Moody nos relata en su libro ‘Vida después de la vida’ la experiencia de 50 personas que han estado en situaciones cercanas a la muerte. En este libro se cuentan las situaciones vividas por parte de personas que, en el curso de un accidente o enfermedad grave, han estado cerca de la muerte física.

Otro estudio interesante es el que nos ofrece el holandés Pirn van Lommel que publicó en 2001 en la prestigiosa revista médica “The Lancet”. Este estudio fue  realizado durante cuatro años en 10 hospitales holandeses. Para este estudio se entrevistó a 344 sobrevivientes de un paro cardíaco para conocer las experiencias cercanas de la muerte, se eligieron a personas que habían vivido la fase de falta de consciencia cerebral que surge después del paro cardíaco y el cese de la respiración. De estas 344 personas, un 4,4% (15 personas) vivieron una experiencia de fuera de su cuerpo, es decir, veían su cuerpo mientras esto sucedía desde fuera, describieron lo que sucedió, las personas que estaban en la habitación y lo que hablaban mientras se daba este proceso; se comparó la versión de los reanimados con las personas que estaban presentes, y los relatos eran auténticos.

La conclusión de estos estudios es que la muerte no es el final y que más allá de esta vida existe otra, pero solo en el momento indicado podremos conocerla.

ALFA