Según los adventistas engalanarse con joyas brillantes, aretes, anillos, collares, maquillaje colorido y atuendo lujoso revela el orgullo, vanidad y prepotencia de un ser, que para los ellos resulta ser destructivo y poco moral; aunque muchos dicen que eso quedó en el pasado, debido a que esas creencias han sido cuestionadas por la sociedad, alegan que un adorno no elimina la pureza de una mujer.
Esta costumbre llegó a la religión mediante Juan Wesley, de la cual Elena White había sido su fiel seguidora hasta los años 1840. La influencia de esta convicción recaía en la revista oficial de la época, Review and Herald, en su edición número 25 al publicar el discurso, incluyendo sermón, de Wesley titulado “Sobre el Vestuario”.
A partir de esta premisa gran parte de los practicante de esta devoción evitan el uso de prendas preciosas, sí, solo una parte; porque otros hacen caso omiso, manifestando que lucir una joya no los hace impuros, y que con estos adornos se muestran elegantes y seguros; además de reflejar y diferenciar personalidades.
Es un tema que ha causado polémica y separación de grupos; ante lo que Elena de White escribió: “La abnegación en el vestir hace parte de nuestro deber cristiano. Vestirse con sencillez y abstenerse de ostentar joyas y adornos de toda clase está en armonía con nuestra fe”.
Para muchos de ellos la afirmación no tiene peso, ¿qué tiene de malo usar unos zarcillos o un collar? Otros se preguntan, ¿qué tan útil es ponerse un anillo de bodas?, ¿acaso eso da fidelidad matrimonial? El tiempo pasa, las cosas cambian y las religiones se actualizan, he aquí el caso de los adventistas que se encuentran divididos por el dilema del uso de las joyas.
La utilización de anillos en las ceremonias conyugales se estableció en la mayoría de las iglesias opositoras a principios del siglo XX, debido a que algunos adventistas querían ceremonias con anillos; entonces para abatir tal práctica, la cual habría reclinado el extenso uso del anillo matrimonial y ocasionalmente los anillos casuales; en el Concilio de Otoño, los líderes de la iglesia votaron por una ley que fue incluida en el manual de iglesia de los adventistas.
Transcurrieron varios años y el uso de joyas se pronunciaba más, sobre todo en las mujeres jóvenes; por lo que la ley no sirvió de nada. Nuevamente se hizo votación y se apuntó al manual, pero continuaban los desacatos; finalmente se concluyó que cada ser es libre de elegir si lucir una prenda o no.
Hay quienes se rigen por la Biblia, aclarando que decidir usarlas o no tiene su represión; Isaías reprobó a las mujeres judías ricas por el orgullo que mostraban al adornarse desde la cabeza hasta los pies con joyas brillantes y vestidos costosos para seducir a los dirigentes, quienes eventualmente llevaron a toda la nación a la desobediencia y al castigo divino (Isaías 3:16-26).
ALFA