Esté dilema lo enfrentamos al menos una vez al año. ¿Sera que nos vamos de vacaciones? o ¿mejor trabajamos corrido todo el año, para que nos paguen un poco más de dinero? Muchos prefieren sobrecargar su cuerpo y mente de trabajo, sin darse cuenta del mortal daño que nos estamos haciendo, pues actuar de esta manera nos puede hacer colapsar, a causa del agotamiento acumulado.
Supongamos que nuestro organismo, es una empresa de producción; si le exigimos que trabaje, sin ofrecerle descanso, pueden ocurrir dos situaciones; en la primera, trabaja a todo dar, hasta llegar al punto máximo de su capacidad funcional, y explota; en la segunda, trabaja de manera constante hasta agotar su energía, bajando así los niveles de producción y eficiencia. Ambos casos son contraproducentes para nosotros.
Nuestro cuerpo, al igual que nuestra mente y alma, siempre tendrán la necesidad de tener un retiro, un momento para distraerse y relajarse, en la cual puedan despejar la mente de los pensamientos cargados de malas energías, y recuerdos tóxicos para la tranquilidad.
Cuidar de nuestro puesto de trabajo es una relevante, pero jamás será más importante que cuidar de nuestra salud. Si el día de mañana comenzamos a flaquear, a causa del agotamiento generado por el exceso de actividad, ellos no tendrán problema de conseguir un reemplazo, mientras nosotros, nos sentiremos arrepentidos por no haber aprovechado de las distintas oportunidades que tuvimos, para viajar y compartir en familia.
Además de esto, si se está en un matrimonio, es vital salir a disfrutar de momentos familiares; a los hijos les afecta el hecho de querer compartir con sus padres y que ellos siempre estén ocupados. Lo mismo ocurre con la pareja, la falta de momentos íntimos, puede llevar a un mal camino a una relación.
Tomarse al menos dos semanas de vacaciones, dos o tres veces al año, harán en nosotros grandes diferencias, empezando por el hecho de que podremos renovar nuestras energías laborales, haciendo que nuestro retorno al trabajo sea notable, pues se realizaran las actividades con mejor desempeño y mayor eficiencia.
Los hijos necesitan vacaciones, en las cuales estén presentes los padres, pues esto creara en ellos un lazo que se hará más fuerte mientras están en crecimiento. Este vínculo les permitirá sentirse unidos, crearan un entorno armonioso, lleno de confianza, diversión, risas y felicidad. Los recuerdos que puedan guardar de estos instantes, serán los que realmente valoren para el resto de sus vidas. Aunado a esto, también su cuerpo necesita la respiración de aires diferentes, salir de la rutina y conocer nuevas amistades.
Crear nuevos momentos en pajera también es importante, salir de viaje para romper con la monotonía de la vida cotidiana, puede marcar la diferencia en la relación, haciendo desaparecer o disminuir esa barrera que se formó mientras estábamos sumergidos en el trabajo.
Si nos tomamos unas vacaciones seremos personas felices, sin estrés o energías pesadas en nuestro interior, con suficientes ganas de regresar a trabajar de la mejor manera, y así rendir un 100% hasta nuestras próximas vacaciones. No descuidemos nuestro cuerpo, las vacaciones nos harán vivir por más tiempo.
No hay que desperdiciar estos días, sobre todo cuando hay hijos de por medio; ellos tarde o temprano crecerán y las vivencias pueden no ser iguales.
Se puede llevar una estabilidad laboral, física y mental, solo debemos saber organizarnos, y no dejar que el trabajo nos impida ser felices.
La salud y la relación familiar, son las cosas que realmente importan. El tiempo no se recupera, y la salud, por causa del desgaste, nunca será igual, aprovechemos cada momento.
Debemos liberarnos del estrés, y no llevar una vida muy agitada; yo jamás escogería siempre el trabajo, las vacaciones siempre son necesarias.
Se ha comprobado que trabajar en exceso, aumenta los riesgos de tener un paro cardiaco a temprana edad; por eso hay que relajarse un poco y disfrutar de unas buenas vacaciones.