Aproximadamente a mediados del siglo pasado se da a conocer el Triángulo de las Bermudas o Triángulo del Diablo, ubicada en la zona noroccidental del océano Atlántico, entre las Bermudas, Puerto Rico y Miami, allí con una superficie de un poco más de un millón de kilómetros se forma este triángulo imaginario; su fama se debe a una serie de misteriosas desapariciones de buques y aviones comerciales o no, que desaparecieron en esa área sin dejar rastro alguno; esto ha servido como referencia para escribir libros y películas donde han insinuado desde la participación de extraterrestres hasta errores humanos.
Es claro que siendo una zona tan transitada, sucedan accidentes en mayor proporción con respecto a otros espacios, lo cual no representa ningún tipo de misterio ni especulación, excepto el que le quiera dar el sensacionalismo.
En 1951 el periodista E. V. W. Jones hizo la primera referencia documentada sobre el Triángulo de las Bermudas, calificó de «misteriosas” las desapariciones en la zona y George X. Sand en 1952 escribió en un artículo que en ese espacio sucedían «extrañas desapariciones marinas”.
En 1945, en una operación aérea llamada Flight 19, cinco vuelos TBM Avenger desaparecieron, más tarde un PBM Mariner, enviado como rescate, también se desvaneció sin dejar rastro ni haber realizado ninguno de estos aparatos una llamada de auxilio; el Marine Sulphur Queen, desapareció en el año 1963 con 39 tripulantes, la Guardia Costera consiguió pocos restos semanas después y en el informe oficial indicó las pésimas condiciones estructurales de la embarcación, que según ellos, nunca debió salir a navegar.
El conocido espacio se ha hecho famoso y no precisamente por presentar situaciones positivas, pero hace pocos años dos científicos australianos Joseph Monaghan y David May, de la Universidad de Monash, en Melbourne, informaron tener la explicación a los fenómenos que allí suceden; publicaron un estudio en el American Journal of Physics, explicando que lo que sucede en esa área, se debe a la condensación de gases de metano que forman burbujas, que hacen que los barcos pierdan la capacidad de flote y entonces, se hunden.
Por otra parte, si la burbuja es lo bastante grande y tiene una densidad suficientemente alta puede llegar al espacio aéreo y lamentablemente atrapar a los aviones que sobrevuelen la zona en ese momento, lo que daría explicación lógica a lo que ha venido sucediendo en el área.
“Sería posible inclusive que se creara una burbuja de gas metano desde el fondo del océano que al romperse, debido a la gran presión del agua, se convertiría en una miríada de burbujas menores antes de alcanzar la superficie. Al emerger, estas burbujas formarían una gran turbulencia, peligrando la flotabilidad.”, explica uno de los autores del mencionado estudio.
En el año 2014 el equipo del Instituto Nacional de Astrofísica de Bolonia (Italia), encabezado por el especialista Riccardo Campana informó que, con ayuda de un satélite espacial, va a monitorear regularmente y medir esta extraña región denominada como Anomalía del Atlántico Sur.
ALFA