Es muy poco probable que haya alguna piedra que influyó tanto en una cultura como lo hizo el jade entre los toltecas y los zapotecas. Esas creencias aún siguen siendo consideradas por muchos como pieza fundamental de su historia.
En la cultura mesoamericana el jade fue considerado como un regalo de cielo. Era visto como un dios que le daba poderes especiales y estas civilizaciones, al hacer sus armas, las tallaban con este material. Su color verde lo asociaban con la vegetación, esencia pura y sagrada de la tierra.
La civilización tolteca dominó en México en los siglos X y XII. Su nombre significaba “maestros constructores” y su principal característica era su nobleza y su ingenio político. Fueron los que por primera vez consiguieron trozos del jade en el continente. Consideraban que el jade, así como ayudaba con la vida eterna, también tenía el poder de quitártela. Por eso, cuando los guardias imperiales resguardaban sus espacios más sagrados, colocaban en su vestimenta un jade verde en su pecho.
Las mujeres toltecas de alta jerarquía eran sencillas y también tímidas, se entregaban por completo al cuidado de su familia y el hogar. Los padres también tenían muy marcados su roles, debían educar a sus hijos con disciplina y contaban con grandes escuelas que los ayudaba a formarlos como excepcionales gobernantes y sacerdotes de su pueblo.
Por otro lado, los zapotecas estaban conformados por varios niveles sociales, desde campesinos y artesanos hasta sacerdotes y constructores. Si se presentaba una guerra, eran los hombres de combate quienes estaban obligados a ir y defender a su pueblo. Su característica más peculiar y que destacaba entre otros pueblos, era el jugar; se lo tomaban tan en serio que los perdedores debían ser sacrificados.
Un gran aporte a la humanidad fueron sus grandes técnicas de orfebrería; y las joyas conseguidas en sus tumbas estaban adornadas con jade. Dejaron también grandes esculturas, que usaban para sus juegos de pelota.
Muchos arqueólogos quedaron sorprendidos con la cantidad de jade encontrada en las tumbas de estas dos civilizaciones. Desde sus joyas como en máscaras, que se las llevaban a los rituales funerarios porque, según, “su poder los resucitaría” y gozarían de felicidad en su otra vida.
Uno de los pensamientos que ambos pueblos consideraban sobre el jade cuando despedían a sus muertos, es que si lo sostenían por un tiempo prolongado, posiblemente los transportaría hacia un mundo desconocido; por lo que lo colocaban debajo de la lengua al llevarlo a su tumba.
Más allá de su inagotable historia, su legado fue el gran amor y respeto que tenían hacia el jade. Una piedra que tanto para ellos como para muchas personas en la actualidad, es un regalo de la vida hacia la humanidad.
Siempre tuve curiosidad por estas culturas en particular. Gracias por la información.
Dos culturas unidas por una piedra. Así de bello es el jade.
Muy interesantes estas culturas y el papel que jugaba el jade entre ellas.
Qué poderoso es el jade que hasta influye en la cultura mexicana.
Muy buen artículo, que ayuda a comprender estas culturas.