En la naturaleza es donde encontramos la belleza en su estado más puro. Nuestros conceptos de la armonía y de la perfección han sido  modelados durante toda la evolución humana por los propios estímulos naturales y no sólo por el poder de destrucción que pueda tener.

En Indonesia, ubicado en la meseta de Ijen, se encuentra el volcán Kawah Ijen de 2.386 metros de altura, el cual, se ha convertido en un popular destino turístico y un imán para los fotógrafos de todo el mundo, interesados en captar las tomas más espectaculares de este lago de aguas ácidas y sus llamas azules o “blue fire”, que sólo pueden apreciarse por la noche. El viaje a ésta caldera exige una caminata de dos horas por la ladera del volcán rocoso, más otros 45 minutos hasta la orilla del cráter.

Es uno de los volcanes ubicados dentro de los 20 km de ancho de la Caldera Ijen en el este de Java. La caldera alberga un cráter de 1 km de ancho de color turquesa por donde se fugan constantemente gases sulfurosos. Por la noche los gases calientes emiten un resplandor azul, que únicamente aparece en Kawah Ijen, producido por las reacciones químicas de las expulsiones de ácido sulfúrico.

Algunos gases emergen desde las grietas del volcán a gran presión y temperatura (hasta 600ºC), y cuando entran en contacto con el aire, se inflaman y generan llamas de hasta 4.9 metros de alto, se condensan en azufre líquido y continúa ardiendo a medida que fluye por las laderas, dando la sensación de que hay lava azul fluyendo.

EL INSÓLITO VOLCÁN DE LAVA AZUL

El color azul se debe a que cerca del volcán hay un lago de aguas ácidas. Incluso, dicen que es el más ácido del mundo. El color de las llamas es producto de las reacciones químicas creadas por la expulsión de ácido sulfúrico. De este cráter también se extraen los gases sulfúricos a través de una red de tuberías de cerámica y los canalizan para obtener azufre.

El azufre, que se torna rojo cuando se funde, fluye lentamente desde las tuberías hasta el piso, donde se convierte en amarillo una vez que se enfría. Luego los mineros rompen el material ya enfriado en grandes trozos y lo transportan a la refinería cercana.

Es uno de esos lugares mágicos donde la naturaleza muestra su poder y los espectadores, el asombro. El volcán tiene su día y su noche. Con la luz del sol, unos ciento cincuenta hombres penetran en su cráter principal para explotar la mina de azufre, pero por la noche surge un espectacular paisaje de lava en llamas azules.

Cada erupción, trae consigo un enorme bagaje de belleza y esteticismo; el contraste de colores, la inmensidad de la formación rocosa y la morfología de las fumarolas hacen de una erupción volcánica algo terriblemente bello.

ALFA