Catalina era una mujer a la que le gustaban los lujos y las excentricidades; contaba con una belleza única, por lo que era deseada por muchos hombres de la época. A los 16 años, su madre decide entregarla al millonario duque Pedro, con quien se casaría en una boda llena de lujos. Catalina estuvo casada mucho tiempo con el duque, y sin recibir la atención de éste. El descuido era tal, que se mantuvo virgen durante casi 8 años después de las nupcias. Al verse en esta situación, la emperatriz cayó en un amorío con el mejor amigo del duque, llamado Sergey Saltykov, quien pronto la convirtió en madre.

Al enterarse su marido de los frecuentes deslices que ésta tuvo, ¡exigió fidelidad!, por lo cual la gran Catalina se sintió en la necesidad imperiosa de asesinarlo, llevando a cabo el plan con sus amantes, entre ellos los hermanos Orlov.

Como símbolo de su hegemonía, Catalina logró recolectar una gran cantidad de joyas. La gran mayoría de éstas pueden encontrarse aún en el museo de Hermitage de San Petersburgo. Entre las joyas más famosas, y llenas de historia, se encuentra el diamante de Orlov, el cual encierra una historia bastante peculiar y que sin duda llamará su atención.

La historia de este hermoso diamante se ha desvanecido con el tiempo, pero existen relatos con bastante sentido, que cuentan que este diamante era utilizado como el ojo de una estatua de Sri Ranganatha, situada en el sur de la India.

Dicho diamante fue robado de la estatua por un ganadero que se encontraba trabajando en la zona y se hizo pasar por creyente de la religión hinduista, para penetrar en el templo donde se encontraba esta maravillosa estatua y robar el diamante. Desde entonces, la piedra preciosa pasó a manos desconocidas, y después de un largo tiempo, terminó en el mercado de piedras preciosas de Ámsterdam.

El diamante fue vendido a Grigori Grigórievich Orlov, un conde ruso, por una cantidad de dinero bastante alta. El interés del conde era tal, que hubiese hecho pagar aún más de lo que se había acordado.

Sophie Frederick Augusta, quien había tenido un romance con el conde muchos años antes de que éste adquiriese tan maravillosa joya, nunca se imaginó que llegaría a convertirse en la famosa Catalina II de Rusia. El conde deseaba con muchas ansias revivir el profundo amor que antes había experimentado con Catalina, y sin pensarlo dos veces decidió regalarle el majestuoso diamante.

Tras no haber conseguido lo que el conde deseaba, que era el amor de Catalina, Catalina II decidió hacerle varios regalos al conde, entre ellos, mando a confeccionar un centro con el hermoso diamante incrustado en él, y dispuso que éste llevara el nombre del conde Orlov.

Es bien sabido que Catalina era una mujer ambiciosa y un poco frívola. Los profundos romances con diferentes amantes la llevaron a tener una enorme colección de joyas, entre las cuales destaca el diamante de Orlov, el cual tiene un valor histórico que lo hace ser profundamente inspirador.

¡Atrévase a ver cada una de las impresionantes joyas en el Museo de San Petersburgo! ¡No se arrepentirá!

ALFA

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