En este mundo convulsionado el ser humano le ha tocado vivir de una manera generalmente acelerada, sin muchas pausas, enfrentando un sinfín de obstáculos y desavenencias que lo enfrentan a sus propios semejantes, confrontando conflictos familiares, laborales, sociales, políticos, ideológicos, religiosos, entre muchos otros.
Esta forma de vivir se acentúa en países que confrontar crisis políticas, socio-económicas, culturales o religiosas, en donde bandos se enfrentan en una lucha de poder, que finalmente afecta a toda una población, donde aparecen problemas de todo tipo que atentan contra su tranquilidad. Sin embargo, también en los países donde existe más estabilidad, pero su grado de desarrollo genera avances tecnológicos increíbles, muchas personas viven estresadas por el ritmo de trabajo y compromisos sociales que deben cumplir.
Es así como, en diferentes ambientes y circunstancias, el estrés se hace presente para invadir las vidas de las personas, las cuales lo enfrentan o lo viven de diversas maneras, según sea el grado de evolución y/o adaptación de los individuos afectados.
Puede definirse entonces el estrés, como una percepción de tensión física o emocional que se manifiesta a través de nuestras actitudes, sensaciones de cansancio, angustia, ansiedad y hasta depresión, además de manifestaciones físicas diversas, el cual puede derivarse de cualquier situación o conflicto que haga sentir a la persona frustrada, insatisfecha y/o nerviosa.
De este modo, el estrés visto como toda sensación de tensión o amenaza, es provocado por distintos factores que exigen a la persona respuestas que en su momento la persona no cree que pueda proveer y/o afrontar. Dichos factores son conocidos como estresores, y abarcan diversos eventos y situaciones de la vida diaria, como cambios de la vida referente al estatus familiar, social o laboral, que a su vez generan tensiones y presiones, frustraciones y conflictos.
Pero, debemos aclarar que esta reacción del cuerpo ante un desafío o demanda, puede generarse en pequeños episodios, y por ello podría decirse que en estos casos el estrés puede considerarse positivo, como por ejemplo en situaciones que ayudan a evitar un peligro o a cumplir con una fecha límite en la entrega de un trabajo, documentación o pago. Sin embargo, cuando este estrés se prolonga por mucho tiempo, se convierte en un peso, una carga que se debe soltar.
Es así como, algunos especialistas clasifican al estrés en tipos principales. Primeramente, se encuentra el “estrés agudo”, que es aquel que se presenta a corto plazo, y no se mantiene por mucho tiempo, desapareciendo rápidamente, puede darse en situaciones como: cuando presentas un examen, te colocan una inyección, te sacan una muela, o pasas por un sitio peligroso, o simplemente cuando se realiza algo nuevo o emocionante.
Por otra parte, se encuentra el “estrés crónico”, el cual permanece por un período de tiempo prolongado, como cuando no consigues trabajo y los recursos económico escasean, cuando hay una enfermedad que requiere un tratamiento largo, o por situaciones cotidianas en el ámbito familiar por enfrentar un matrimonio infeliz, por insatisfacción y presión diaria en el trabajo, en todos esos casos puede prolongarse el tiempo, y eso genera un estrés crónico que puede afectar mucho la salud emocional y física de cualquier persona.
Las consecuencias que acarrea el estrés crónico, se presentan a nivel físico, psicológico y conductual. Así, los efectos sobre el organismo que pueden presentarse cuando nos invade el estrés físico, pueden ser: dolores de cabeza constante y tensión muscular, sobre todo en el cuello y la espalda, cansancio físico prolongado, aumentos en la tensión arterial que puede ocasionar trastornos coronarios importantes, así como presencia de enfermedades de la piel como dermatitis o psoriasis, e incluso afectaciones al aparato digestivo, tales como: indigestiones, dolores y acidez en el estómago, colon irritable, etcétera.
En cuanto al nivel psicológico, las personas que sufren de estrés prolongado generalmente sufren de ataques de ansiedad, angustia, nerviosismo, insomnio, fatiga mental, irritabilidad, problemas de concentración y memoria, así como alteraciones del estado de ánimo que pueden convertirse en episodios de depresión. Estos estados psicológicos empeoran si la persona no controla sus emociones, dejando que el estrés actúe por sí solo, lo cual bloquea la toma de decisiones y la comunicación, con lo que la interacción con otras personas puede afectarse, complicando su situación familiar, laboral y social.
Desde el punto de vista conductual, generalmente las personas presentan alteraciones en la conducta alimentaria, por lo que adquieren el hábito de comer en exceso o en su defecto no comen, afectando su salud física. También puede darse el caso de que las personas opten por aumentar la ingesta de alcohol o tabaco, e incluso de drogas. Presentan además comportamientos nerviosos que se manifiestan al comerse las uñas (onicofagia), desarrollo o aumento de los tics nerviosos o del bruxismo que es el hábito continuo de rechinar los dientes.
Toda esta serie de reacciones del organismo ante el estrés, se debe a la liberación de hormonas, las cuales permiten que el cerebro esté más alerta, causando la tensión en los músculos, aumentando el pulso. Sin embargo, estas reacciones que representan la forma en que su cuerpo se protege a sí mismo, son buenas a corto plazo ya que pueden ayudar al manejo de la situación que causa el estrés.
Pero, cuando tiene el individuo es víctima del estrés crónico, el cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro, y ante situaciones sencillas y fáciles de solucionar la persona pierde el control de sus emociones, representando un riesgo latente que trae consigo los problemas de salud.
En el caso de que la persona ya esté enferma, y llega el estrés posteriormente, el mismo puede complicar aún más las cosas, generando síntomas psicológicos, que vuelven a la persona enferma más irritable y depresivo, con una sensación de fracaso, que lo sumerge en un mundo complicado donde su cuerpo adquiere un alto grado de somatización, acentuando la sintomatología propia de la enfermedad que padece, e incluso presentar afectaciones físicas aisladas como asma, úlceras, colitis, entre otras.
Sin embargo, no todo es malo con respecto al el estrés, ya que éste puede ser positivo, al que han llamado los especialistas en el tema “eustrés, el cual es aquel que nos estimula a enfrentarnos a los problemas, aumentando la constancia, la creatividad y la efectiva en las tareas a las cuales nos dedicamos.
De esta manera, este estrés positivo permite que aumentar la motivación y energía, lo cual repercute en el desempeño de las personas en cualquier ámbito, beneficiando en sumo grado la salud, debido que, al canalizar el estrés, no sentimos la tensión que nos provocaría el sentirnos abrumados por el estrés negativo. En lugar de sentirnos impotentes y fracasados, el estrés positivo permite que nos sintamos llenos de vida, con energía y satisfechos por la experiencia.
De esta manera, el llamado eustrés o estrés positivo, nos permite sentirnos más estimulados para resolver los problemas, llenándonos de energía y vitalidad al sentir satisfacción con los resultados logrados, alejándonos de los síntomas negativos que producen el distrés, o estrés negativo.
Entonces, el estrés puede considerarse como positivo, cuando genera ambientes o condiciones de vida en donde el individuo se siente satisfecho, adquiriendo aprendizajes que le servirán para simplificar su vida, por ejemplo, una persona que trabaja 10, 12, 14 o más horas al día, realizando un trabajo que le gusta mucho, que es su pasión, que el solo hecho de realizarlo le genera una satisfacción inmensa, como casos de médicos, enfermeras, escritores, pintores, cineastas, actores, pueden verse estresados por diferentes situaciones dentro de ese ámbito en el que se desenvuelven, pero ese estrés puede considerarse positivo, lo cual no afecta en mayor grado la salud física y/o emocional.
Las circunstancias económicas en qué se encuentra la persona son básicas para generar consecuencias o efectos adversos del estrés, debido a que un individuo sin recursos económicos suficientes, se enfrenta a limitaciones e insatisfacción de las necesidades básicas como la alimentación, el vestido, la vivienda, e incluso la recreación, que al no poder suplirlas genera más estrés y con ello vienen las enfermedades que complican todo su panorama.
Entonces todo se convierte en un círculo vicioso, tienes estrés producido por algún problema constante en el día a día, no encuentras las soluciones porque la mayoría requieren de recursos económicos, y no los posees, llegan problemas peores como consecuencia de ese estrés, aparecen así las enfermedades, te llenas de más estrés.
El gran dilema, como salir de ese círculo vicioso, es una pregunta que muchos se harán, a la que un gran número de personas no le consiguen respuesta, pero que en algún momento de sus vidas debe llegar, pero hay que comenzar teniendo fe, cambiando el chip, meterte en la mente y el corazón frases positivas: “Si puedo”, “Lo lograré”, “estaré sano”, “El cambio viene”.
Este es el primer paso que debe darse, cambiar el chip, para cambiar el rumbo, que programa nuestras mentes a situaciones inimaginables, a cambios profundos en nuestro ser, en esa medida mejoraremos nuestras vidas, y sólo tendremos estrés positivo cuando nosotros queramos, aumentando nuestra estima propia, nuestras metas cumplidas, nuestros logros, nuestro amor y sobre todo nuestra paz y la de los nuestros.
En definitiva, si abordamos el estrés de manera positiva, nos trae cosas muy buenas a nuestras vidas, o no se han preguntado cuánto estrés pudieron haber tenido Simón Bolívar, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, y tantas personas alrededor del mundo que han logrado cosas maravillosas para sí mismos y para millones de personas.
No podemos ver el estrés como un enemigo, no podemos atribuir todo al estrés, nos afectamos porque lo permitimos, sin en lugar de quejarnos, aprovechamos esa situación estresante y aprendemos de ella, transformamos esos momentos en logros. Una situación estresante puede traer consigo una decisión importante y transformadora, por ello hay que verle el punto positivo a lo que sucede, sin permitir que se vuelva un círculo vicioso lleno de quejas y sinsabores, porque allí si puedes estar segura(o) que el estrés te vence.
ALFA