Sabía usted que el desapego es un arma infalible para el bienestar, que a través de él podemos lograr una vida más sana mental, emocional y hasta físicamente; debido a que las tensiones y el estrés que genera el aferrarse o atarse a algo o a alguien, hace que tengamos niveles de dependencia que incluso pueden llegar a la obsesión, con lo cual estamos afectando nuestra salud integral.
Así, cuando nos apegamos a una persona, objetos materiales, actividades o ideas sociales, políticas y/o religiosas, terminamos produciendo vínculos muy fuertes y difíciles de romper; aunque no es malo establecer y alimentar este tipo de vínculos, el problema se presenta cuando se llega a los límites, digamos que, los límites son malos en todos los ámbitos donde nos desenvolvemos; porque se crea una especie de adicción y dependencia dañina para nuestro ser interno, creando inestabilidad en nuestro alrededor.
Estos niveles de dependencia ocasionan efectos colaterales; como por ejemplo la ansiedad, amiga íntima del estrés; así como el miedo, ese hermano mayor de la ansiedad, y el que la estimula y la nutre, y de paso se consigue en el camino a la ira y la violencia, esas vecinas chismosas que complican toda la situación. La lista puede ser muy larga, porque se van sumando elementos negativos como la frustración, la decepción y/o la depresión; que terminan causando las no deseadas enfermedades mentales, emocionales y físicas.
Durante nuestras vidas, muchas pocas personas damos un espacio al desapego, ya que vivimos apegados a las amistades que hemos hecho desde la niñez, adolescencia y en nuestra vida adulta, lo cual es normal y muy bonito, pero el apego debe tener un límite; asimismo, nos apegamos a un amor platónico en la adolescencia, o quizás a un trabajo que consideramos estable y aunque no nos haga feliz del todo, seguimos atados a ese ambiente. Además, a muchas personas les cuesta desapegarse de una pareja o a la familia; e incluso llegan a perder oportunidades valiosas, por no abrir un espacio al desapego.
Peor aún, a veces vivimos apegados a una idea o punto de vista, bien sea social, política, cultural o religiosa, y deben pasar muchas cosas para que nos demos cuenta que pasamos la vida atados a estas creencias, y no vivimos experiencias nuevas, por no dar nuestro brazo a torcer.
En la era moderna, en donde los celulares, las computadoras, la internet y las redes sociales están en la vida de la mayoría de las personas, vivimos apegados a aparatos que nos permiten eficazmente comunicarnos, pero que nos hacen llegar a extremos en que si no los tenemos, nos sentimos vacíos, incompletos, como si nos faltase algo esencial para poder desenvolvernos, funcionar emocionalmente, y es que las redes han pasado a ser una pieza fundamental para nuestras vidas, y no es que no lo sea, pero como dijimos anteriormente, todo tiene sus límites, y no podemos condicionar nuestras vidas a su existencia.
El ego hace que nos apeguemos a todo aquello que nos mantiene en la zona de confort, haciendo que se presenten los peores enemigos de la evolución, como lo son el miedo, la inseguridad, la dependencia, que frenan todo intento de progreso, de crecimiento personal o evolución espiritual.
Mientras tanto, el desapego representa la capacidad de dejar ir, dejar fluir, es como rendirse ante una situación, de dejar que la vida y el universo sigan su curso libremente, además da paso a la aceptación de todo aquello que no se puede cambiar; pero esto no significa que se debe dejar de luchar para lograr los objetivos materiales, sociales, sentimentales, etcétera, se debe continuar en el proceso de progreso y bienestar, nunca renunciar a los proyectos y sueños, pero como diría Deepak Chopra en sus siete leyes espirituales del éxito “se debe tener la firme intención de lograr algo, pero sin aferrarse a los resultados”, quiere decir que no debemos obsesionarnos ni volvernos adictos; para no sufrir.
De este modo, cuando el desapego se hace presente, automáticamente se deja de sufrir, recuperamos las energías, desaparecer los miedos y limitaciones, y el alma estable conexión con la esencia universal, y vendrá el bienestar a nuestras vidas, porque recordemos que “no somos nuestro ego y nuestro carácter”, somos espíritu y alma.
El ego y el cuerpo se preocupan por lo material y lo mental; mientras nuestra esencia, se ocupa del aprendizaje, se dedica a evolucionar, a crecer, ayudando al prójimo; valiéndose de medios físicos, debido a por supuesto estamos en un mundo físico; sin embargo, nuestra naturaleza y nuestro norte siguen siendo espirituales.
Es por ello, que para alcanzar el desapego debemos conectarnos con nuestra esencia espiritual y dejarnos llevar por ella. Usted se preguntará ¿cómo se logra eso?; pues se debe comprender primeramente que el cuerpo y la mente son los que siempre buscan la supervivencia y la seguridad; mientras acciones simples y normales, como ahorrar dinero, adquirir posesiones, obtener un trabajo estable, estudiar, etcétera, mientras que el alma siempre busca evolución, aprendizaje y nuevas experiencias.
Por tanto, para conectarse con la esencia espiritual, se debe aprender a escuchar, a comprender las emociones profundas, reflexionar sobre las situaciones de vida que aquejan a nuestros semejantes, a cultivar la intuición, y todo aquello que nos haga ser mejores personas. Para esta tarea es básico practicar la meditación, que es la mejor herramienta para calmar nuestra mente y conectarnos con el alma; y esto nos ayudará a vivir desde el desapego, esa arma infalible que nos trae bienestar, y que nos cambia nuestra visión del mundo; cambiándonos la vida positivamente y dándonos libertad.
ALFA