Diosa virgen de la caza, el culto a Artemisa se expandió en toda la Antigua Grecia. Siempre representada en un escenario silvestre, Artemisa era considerada reina de los bosques y de los parajes campestres. Delos, Braurón, Muniquia, y Esparta fueron edificados sus más importantes centros de adoración. Rodeada por un halo natural y jovial, a Artemisa también se le conoció en otras regiones como Etole, Eginea, y Agrotera, siendo destacadas cada una de sus habilidades divinas, sobre las que fielmente se rendían los griegos.
Parte del culto a Artemisa tenía en consideración a las adolescentes atenienses que se acercaban a la edad necesaria para contraer matrimonio. Se daba la costumbre de enviar a las jóvenes hasta el centro de Braurón, para que ahí sirvieran a la diosa. Durante ese periodo eran conocidas como ‘Oseznas’, siendo variada la manera en que surgió este título.
La primera historia cuenta que un oso solía visitar la ciudad de Braurón. Al verlo, la gente solía darle de comer, siendo poco a poco más amigable con el contacto humano, hasta que un día, una niña lo provocó y este la mató. El hermano de la pequeña quiso cobrar su muerte, dándole el mismo final al animal. Cuando Artemisa se enteró, enfurecida exigió que todas las niñas debían trabajar en su templo como osas, a manera de expiar el fallecimiento del animal.
Una segunda historia cuenta que tras la muerte del oso, una peste sin igual azotó toda la región de Atenas. Desesperados, los pobladores solicitaron ayuda al oráculo, el cual era el medio común para la comunicación entre los dioses y los mortales. Como respuesta a la terrible enfermedad, el presagió fue que para enmendar la matanza del animal, todas las jóvenes debían ser llamadas oseznas.
Conforme a las fiestas que se celebraban en su honor, Artemisa se conoce por haber nacido un sexto día del mes, siendo este una fecha especial para todos sus feligreses, quienes festejaban en su honor vistiendo a las niñas pequeñas con túnicas de azafrán, y haciendo que imitaran a pequeños oseznos, en Braurón; la fiesta de Artemisa Saronia, celebrada en Trecén, luego de que el rey Sarón mandó a construir un templo en honor a la diosa griega, en agradecimiento por haberle salvado la vida cuando estaba en medio de una cacería; con el Metagitnión, momento que se prestaba para la realización de sacrificios en honor a Artemisa.
De entre los símbolos y atributos que eran relacionados con el culto a Artemisa se le conocen los arcos y las flechas, puesto que de acuerdo al Himno Homérico en su honor, esta diosa siempre andaba con ellos armada, siendo capaz de darle muerte instantánea a mujeres y jovencitas. Otro elemento indispensable, según ‘La metamorfosis de Ovidio’ eran las lanzas y las redes de Artemisa, siendo especialmente popular en la zona de Etolia. Por otro lado, también era común reconocer a la deidad encima de su carro hecho de oro, y tirado por cuatro ciervos de una cornamenta deslumbrante.
ALFA