Deidad de la mitología maya. Kukulcán es un Dios muy importante para las diferentes poblaciones indígenas de Mesoamérica, que al ser representado por una Serpiente Emplumada, se le relaciona con los elementos del aire y el agua. Pese a que su origen se remota a mucho antes que los mayas habitarán Yucatán, hoy día se encuentran yacimientos en Chichén Itzá donde se ve en bajorrelieve una serpiente con efectos de luz que desciende a su centro ceremonial principal entre los meses de marzo y septiembre.
Los mayas consideraban a Kukulcán como fundador de su civilización, que llegó a Yucatán a finales del siglo XI, manipulando los vientos que llevaron su nave hasta las costas mexicanas donde regiría por siempre el milenario pueblo. De acuerdo al libro de “Relación de las cosas de Yucatán” escrito en 1566 por Diego de Landa, los mayas «decían y tenían muy creído, que el postrer día bajaba Kukulcán del cielo y recibía los servicios, vigilias y ofrendas. Llamaban a esta fiesta Chickabán».
Para su adoración, los mayas edificaron el ‘Templo de Kukulcán’. Ubicado en la Península de Yucatán, es un edifico que data del siglo XII d.C. ‘El Templo de Kukulcán’ es una pirámide de nueve niveles, decorada en sus cuatro caras con motivos de serpiente en honor al Dios maya.
Además de ser uno de los tres dioses creadores para los mayas, Kukulcán condujo la enseñanza de la medicina y la agricultura. Por otra parte, existen escritos y esculturas mayas, donde la representación de la Serpiente Emplumada se transforma en un hombre blanco, alto, de ojos azules y cabello largo.
Esta característica en particular le relaciona con otro mito de la humanidad, la ciudad pérdida de Atlantis. Según numerosos arqueólogos e historiadores, el origen de Kukulcan se establecería en que una vez hundida la Atlántida, uno de sus ciudadanos logró sobrevivir, y tras llegar a las costas de Mesoamérica, empezó a inculcar a los nativos los secretos de su pérdida civilización.
“El descenso de Kukulcán” es en la actualidad un evento turístico, cultural y espiritual. En los meses de marzo y septiembre, el Chichén Itzá es sede de innumerables visitas para la llegada de curiosos espectadores que les intriga el equinoccio de primavera y otoño, que de acuerdo a la cultura maya, resulta la época en que la noche y el día alcanzan el equilibrio, gracias a que Kukulcán ha bajado a reposar en su pirámide ceremonial, llenando de bendiciones, salud, y prosperidad a todo aquel que acuda a su encuentro.
Kukulcán es una muestra del poderío mágico que ostenta la cultura maya. Cualquiera de sus atractivos, sea arquitectónico, histórico, o religioso, rehace voltear la mirada llena de expectativa y admiración. Relacionado con otras formas icónicas que intrigan cada día sobre los orígenes de la humanidad, sus primeros yacimientos, y la manera en cómo han logrado perdurar pese al tiempo, a la naturaleza, y a las vueltas que ha dado la rueda del destino, son una maravilla para la civilización actual.
ALFA