Un diamante genuino tiene ciertas características que lo hacen único, por lo que es importante saber cómo distinguirlos de las piezas de imitación ya que existen muchas piedras que son semejantes al diamante, como el zircón, y algunos materiales que son manipulados para que tenga una apariencia casi exacta a la verdadera.

Los diamantes genuinos suelen tener algunas imperfecciones, lo que no los hace falsos. Ciertamente, se prefiere que el diamante sea perfecto, pero es el menos común de los casos. Una de las formas más sencillas de corroborar que un diamante es genuino es mirando en su interior.

Los diamantes reales siempre tienen un detalle en su interior, llamadas inclusiones, obviamente solo pueden detectarse con un microscopio o una potente lupa, pero si mantiene el diamante frente a sus ojos y observa detenidamente a su lado podría ver a través de él, en caso contrario dude de su valor. Un diamante genuino debe ser de un color claro, unificado y con brillo, si no tiene ninguna imperfección y su precio no es elevado, dude de su veracidad.

Otro aspecto característico de los diamantes reales son su durabilidad, su nitidez y su dureza. A simple vista no deben observarse arañazos o mellas en la superficie, si detecta alguna, con certeza se trata de un diamante falso. Una manera sencilla de verificar si un diamante es genuino, en piezas sin montar, es colocarlo sobre un periódico. Si se puede ver a través de él definitivamente es falso. Los diamantes reales son tan complejos en su infraestructura interna que es imposible que la luz pase por todo su trayecto sin ser refractada.

También puede probar su resistencia con el papel de lija. Un diamante verdadero no se raya al ser lijado, por ello si hace esta prueba y nota que el diamante se deteriora, obviamente se trata de una gema falsa. Asimismo, puede compararlo con un diamante del que tiene la certeza que es real, observando su parte superior, la comparación es un método sencillo, solo observe las transparencias y las cualidades reflectantes vistas desde un ángulo.

Si bien es cierto que los diamantes de imitación están diseñados para parecerse a los reales en su apariencia, no son capaces de imitar muchas de sus características. Un diamante real brilla más que el vidrio y otros materiales. Además eliminan la humedad casi al instante, por ello puede probar exhalando encima del diamante, si se mantiene empañado durante unos segundos, definitivamente no se trata de uno genuino.

Una prueba muy común para determinar si un diamante es genuino, es rayando un vidrio. Solo los diamantes verdaderos tienen esa capacidad por su dureza. Por otra parte, en un diamante verdadero se ven reflejadas sombras grises, si ve reflejos coloridos, con certeza será un diamante falso.

Por último, una manera de cerciorarse de que un diamante es genuino que generalmente nunca falla, es adquiriéndolo en una joyería de prestigio, donde usualmente tienen equipos que permiten evaluar su veracidad. Además, este tipo de establecimientos cuentan con los certificados de autenticidad de las piezas de laboratorios reconocidos como GIA, AGSL, LGP, PGGL que avalan su valor. ¡Ya lo sabe, no se deje engañar! Recuerde, los mejores amigos de las mujeres son los diamantes.

ALFA