El budismo dice que para alcanzar la felicidad, debemos buscarla dentro de nosotros mismos y dejarle abrir la puerta para deslumbrarnos. Es cierto que nos dejamos absorber por preocupaciones, tristezas y ansiedad del día a día; sin detenernos por un momento a disfrutar internamente, del regalo más preciado que tenemos: nuestra vida.
La tradición milenaria del budismo, mira la felicidad de una manera diferente a como la mayoría de las personas la perciben; ya que cualquier cosa que sea causa de felicidad, no puede ser causa de sufrimiento, porque sería incompatible. Los problemas, las dificultades, son simplemente emociones desagradables, que se inician en la mente interpretándolas a nuestra manera; es por eso, que la felicidad solo puede nacer de la paz interior.
Basándonos en esta reflexión podemos decir que ningún acontecimiento externo, provocará nuestra felicidad o sufrimiento. Puede ocurrir que una misma circunstancia, sea motivo de dolor para una persona, causar placer para otra, o producir indiferencia en los demás; este planteamiento nos diferencia, a la hora de afrontar diversas situaciones; en una mente alterada todo será angustia, pero cuando hay un sentido de paz, esas acciones son tomadas como un refuerzo de la armonía.
No debemos permitirnos reacciones que nos duelan y con ellas hacerles daño a nuestros seres queridos, o quizás encerrarnos de tal forma que se haga muy difícil el propósito de lograr sentirnos bien. Sin embargo, ameritamos mucha práctica y entrenamiento; prepararnos especialmente con una correcta meditación, que nos permita la comprensión de la mente, donde precisamente habitan los estados engañosos.
El budismo admite, que la raíz de todos nuestros problemas, tiene que ver con los engaños; ellos muestran una apreciación torcida de lo que somos realmente, de las demás personas y del mundo que nos rodea, no reflejando la realidad. De igual manera, el karma es muy significativo para el budismo; por eso, hay que tener mucho cuidado con los pensamientos y emociones; porque nuestras acciones mentales y emocionales van dejando impresiones en nuestra aptitud.
Por ese motivo, los resultados no son los mismos en una mente llena de amor, a una mente confundida por el odio. Como es lógico, hay que cosechar metas de paz y conocimientos, eliminando costumbres mentales insensatas, y respuestas que son adversas, para ratificar cosas positivas en la firmeza de la paz mental y espiritual.
Los conflictos externos sirven como parte de la preparación psíquica, al unísono con la concentración. Estas dificultades nos hacen tomar conciencia, ayudándonos a reconfortar la mente, y activando una paz interior, que ningún suceso pueda alterar; impulsando la paciencia, el amor, y un contentamiento total, que al pasar del tiempo, los pretextos del sufrimiento serán cada vez menos, surgiendo la estabilidad.
Según el budismo, la felicidad es sencilla; para lograr esa plenitud, utilicemos siempre nuestra mente a favor, dejando atrás las rutinas negativas, solo debemos recordar que nuestro objetivo en la vida es ser feliz. Con un pequeño esfuerzo, podremos conseguir ese estado tan anhelado por todas las personas.
ALFA