Las perlas son símbolo de elegancia, belleza y distinción, es por ello que siempre tendrán un gran valor para las mujeres, comparable incluso con el de la piedra más preciosa, pero a diferencia de estas, que pueden encontrarse solo en la naturaleza, las perlas también pueden ser producidas artificialmente; y uno de los nombres que destaca en el cultivo de las perlas es “Kokichi Mikimoto”, a quien se le atribuye la creación de la primera perla cultivada, gracias a la cual inició y revolucionó la industria de las perlas.

Todo empezó a finales del siglo pasado, cuando “Mikimoto” empezó a ensayar su técnica, introduciendo un trozo de mejillón en una ostra, para que esta se defendiera del cuerpo extraño estimulando las secreciones de nácar, las cuales al acumularse en miles de capas, formarían la perla. Lamentablemente, sus intentos fueron fallidos hasta que el 11 de julio de 1893, luego de superar también algunos desafíos de la naturaleza, su sueño se convirtió en realidad.

Aunque sus perlas no eran perfectamente esféricas, sus esfuerzos no se detuvieron allí, ya que la búsqueda constante de la perfección y un profundo amor por estas joyas le permitieron obtener piezas de impecable belleza, conocidas como perlas “akoya”, que se convertirían en su mayor legado y le valdrían el título del rey perla.

Fue así como en 1899, en el distrito comercial de moda de Tokio, abrió su primera boutique de perlas y su éxito fue tal que comenzó a alcanzar fama mundial, por lo que se crearon algunas más en Londres, París y otras ciudades importantes. Y ya para el año de 1919, se empezaron a producir y comercializar masivamente, logrando satisfacer toda la demanda que existía en ese momento. Uno de los honores más grandes lo recibió en 1924, cuando el emperador de Japón le nombró joyero oficial de la familia imperial.

Producto de su fama, “Mikimoto” viajó por todo el mundo exhibiendo su trabajo, siendo una de sus campañas más exitosas la creación de réplicas de edificios y objetos históricos hechos en perlas por sus joyeros. Además de ello, gracias a él, estas perlas, que tradicionalmente tenían un costo muy elevado y eran usadas únicamente por mujeres de las más altas esferas sociales, comenzaron a adornar el cuello de muchas mujeres en varias partes del mundo.

Pero una de sus joyas más icónicas y la más famosa de la historia fue el collar de perlas que lucio Marilyn Monroe, comprado en la tienda de “Mikimoto” en Tokio por su novio Joe DiMaggio, durante la luna de miel celebrada en Japón en 1954. Sin embargo, esta no fue la única joya famosa, ya que también destaca la corona del ave fénix, creada en 2001 para la ganadora del certamen de Miss Universo.

De esta manera, se creó la leyenda de “Mikimoto”, y aunque no es el único en el mercado de las perlas, sus piezas seguirán siendo las más veneradas en todo el mundo por su belleza.

ALFA