Ante la amenaza de cuerpos extraños, todos los seres humanos poseemos defensas naturales que nos mantienen protegidos de la acción de agentes infecciosos, como: virus, bacterias y hongos. Sin embargo, existen ocasiones en las cuales el sistema inmune es incapaz de reconocer a ciertos órganos y tejidos que forman parte del cuerpo, considerándolos como agentes externos; atacándolos e incluso destruyéndolos por error.
De esta acción adversa, surgen enfermedades que se conocen como autoinmunes, las cuales, sino son tratadas a tiempo, pueden comprometer seriamente la salud, ya que aún no tienen cura, aunque sí se pueden controlar. Sus síntomas son muy variados, incluyendo entre los más comunes: fatiga, fiebre, dolores musculares, malestar general, depresión o erupción cutánea. Pero uno de los síntomas de mayor contundencia en la detección e identificación de esta enfermedad es la inflamación.
En la actualidad, se conocen más de ochenta enfermedades autoinmunes, con síntomas que varían de acuerdo al órgano afectado. Las más importantes son:
Lupus: Esta es una enfermedad crónica que produce inflamación y dolor en los músculos y las articulaciones, aunque también puede afectar los riñones, la piel, el cerebro y los demás órganos.
Alzheimer: Es una enfermedad degenerativa e irreversible, que provoca en la persona la pérdida de la memoria, y la dificultad para manipular objetos y comunicarse, entre otros.
Parkinson: Esta enfermedad se caracteriza por provocar una incapacidad progresiva en la persona, al no poder controlar sus movimientos, ya que se ven afectadas las células del cerebro responsables de ejercer esta función.
Artritis reumatoide: Es una enfermedad que produce inflamación en las articulaciones de rodillas, muñecas, codos, manos y pies, generando dolor, dificultad de movimiento e incluso deformación de las mismas.
Enfermedad celiaca: Se caracteriza por la incapacidad del estómago y los intestinos de tolerar los alimentos que contienen gluten, provocando diarreas, náuseas, vómitos e incluso pérdida de peso.
Según los investigadores, estas enfermedades pueden ser atribuidas a diferentes factores, entre los cuales destacan: la genética con un 33%; mientras el restante le corresponde al medio ambiente, las dietas y los estilos de vida.
Debido a ello, existe la teoría de que estas enfermedades pueden prevenirse o tratarse, consumiendo alimentos como: pescados, mariscos, coles, jengibre, aceite de hígado de bacalao, hígado, espinaca, nueces y semillas. También recomiendan tomar sol una hora al día, ya que sus rayos ayudan a sintetizar la vitamina D, reduciendo el riesgo de padecer esclerosis múltiple; y se puede complementar con suplementos alimenticios, los cuales ayudan a balancear el sistema inmune. Sin embargo, es solo una teoría, así que debemos esperar hasta que se valide o se descubra un tratamiento efectivo.
Recuerde que estas enfermedades pueden atacar a cualquiera, por ello debemos conocerlas y estar atentos ante cualquiera de los síntomas, ya que si descubrimos alguna respuesta equivocada de nuestro cuerpo, con la ayuda de un especialista, podremos tratarla a tiempo y evitar que avance demasiado rápido y termine por afectar nuestra calidad de vida.
Soy estudiante de medicina y me parece que esta es una información que vale la pena difundir, ya que muchas personas no la conocen.
A pesar de ser enfermedades difíciles de estudiar, la ciencia cada día está avanzando, así que no nos extrañe que dentro de un corto tiempo se descubra la cura para estas y otras enfermedades que hoy son un misterio.
Había escuchado hablar del Parkinson y Alzheimer, pero no sabía que pertenecían a este grupo de enfermedades. Ahora entiendo por qué no han conseguido la cura.
Desconocía lo que eran estas enfermedades, así que tendré en cuenta esta información.
Buena información y muy útil, ya que debemos estar atentos ante cualquier síntoma, y en caso de que esté relacionado con estas enfermedades, lograr tratarse a tiempo y evitar males mayores.