Todo en exceso puede ser dañino, incluso aquello que aparenta ser algo bueno. La diferencia entre niños integrales y sobre-merecedores o desmotivados puede residir en un cuento, en unas palabras de aliento, o en el exceso de múltiples factores que muchos padres desconocen. Sin embargo, existen ciertas reglas a tener en cuenta a la hora para saber que ese empujoncito es el adecuado.
Desde las primeras etapas de su desarrollo, los niños deben aprender que existen ciertas acciones que merecen ser reconocidas, tal como puede ser el logro de una asignación escolar, o colaborar en casa con alguna obligación, incluso desde maternal, cuando van adquiriendo los conocimientos más básicos, o con los primeros pasos que da, la emoción debe sentirse en el lugar por ese nuevo hito que el pequeño ser ha logrado obtener.
Ahora, basta conocer cuándo es necesario trazar límites, de acuerdo al premio según haya sido el objetivo alcanzado, e inclusive, cuando ver que ciertas conductas, aparentemente beneficiosas, se tornan un vicio que puede traer consecuencias negativas a futuro.
Un reciente estudio realizado por el psicólogo Eddie Brummelman, quien ha señalado la importancia de elegir las palabras adecuadas al momento de felicitar o motivar a los niños, pues si se extralimita en los elogios, puede hacer sentir abrumado al pequeño.
A su vez, la profesora, Carole Dweck, enfatizó en que más que alabar el éxito, debe señalar lo importante del proceso de trabajo que ha desempeñado el niño. “Realmente admiro lo concentrado que estás” es un ejemplo claro del comentario que un padre puede hacer cuando ve a su hijo intentando una nueva tarea o una nueva actividad.
Aunque no lo crea, otra aliada indispensable será la imaginación. Los cuentos, las historias, e incluso, parte de sus vivencias, pueden ser grandes motores de motivación para los niños. En primero y principal, con un cuento o historia podrá atraer su atención de manera más fácil. Juegue con las características o gustos personales de su pequeño, pues con ello, se sentirá más identificado en la historia a contar.
También debe tomar en cuenta que las críticas constructivas son lo ideal a fin de explicar si una tarea no está siendo realizada como se debe, o si el éxito esperado no fue el que finalmente se logró. Reconozca siempre el trabajo desempeñado, el tiempo y esfuerzo que ameritó el niño en realizar esa tarea, pues recuerde que, a largo plazo, una actitud positiva dará mejores frutos, que los comentarios impulsados por la desconsideración y el irrespeto.
Así mismo, no puede obviar que el ejemplo es la base del aprendizaje de los niños. Sus comentarios, o actitudes frente a la vida, serán replicados por ellos. Si lo ven sonriendo, sonreirán todo el día; si lo ven discutiendo, discutirán hasta con sus amigos imaginarios. Al fin y al cabo, cada pequeño es como una esponja, que absorbe todo lo que en casa, y en su entorno diario.
ALFA