Usted se preguntará, ¿cómo lograr el bienestar físico, mental y emocional?, aparentemente pareciera una tarea muy compleja, pero si el ser humano pudiese comprender, que se trata de obtener una serie de cosas que se requieren para vivir bien, que no sólo incluye lo material, sino también el mantenimiento de relaciones afectivas saludables, seguridad en sí mismo, buenos hábitos, etcétera, y si estuviese dispuesto a asumir su responsabilidad en el proceso de bienestar integral, estarían más cerca de lograrlo.
Cabe señalar, que de manera tradicional siempre se había considerado a la salud como ausencia de enfermedad; pero en el año 1.947 la Organización Mundial de la Salud definió a la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo un estado con ausencia de enfermedades.
Por ello, debemos concientizar en relación a nuestra actitud ante la vida, para lograr primeramente el bienestar físico, el cual se logra cuando sentimos que nuestros órganos y las funciones que cumplen en el organismo, no se encuentran menoscabadas, y su funcionamiento es eficaz, lo cual provee al mismo la capacidad física de responder ante la serie de actividades que la vida diaria exige para mantenernos activos en la sociedad.
Asimismo, debemos hacer todo lo posible para lograr el bienestar mental, el cual se hace presente o se logra, cuando nos damos cuenta que poseemos las habilidades correspondientes, que nos permiten aprender de las experiencias, las responsabilidades laborales, familiares y sociales a las cuales cada quien se enfrenta, otorgándonos la capacidad intelectual necesaria, para procesar la información generada y actuar en consecuencia, discerniendo a su vez sobre los valores y creencias presentes en la sociedad, para así tomar decisiones bien pensadas y ponerlas en práctica, además de comprender nuevas ideas.
Otro de los tipos de bienestar que para nosotros es básicos, es el emocional, y aunque no es mencionado por la OMS; cumple un rol básico para lograr la salud integral; ya que éste consiste en la habilidad del individuo para manejar sus emociones; lo cual no quiere decir que deba reprimirlas; sino se trata de sentirse cómodo al manifestarlas; utilizando los medios para hacerlo. De esta manera, el bienestar emocional, provee a las personas la capacidad para resolver los conflictos y minimizar las tensiones que pueden generarse en las diferentes situaciones de la vida, actuando de una manera flexible, para hacer gozar de un equilibrio que le permita disfrutar más los momentos de su vida.
Si logramos tener un bienestar mental y emocional, lo más probable es que logremos el bienestar social del cual habla la OMS, el cual se trata de una noción que surge de la llamada “cuestión social”, que aparece en el siglo XIX, cuando aparece la revolución industrial, y se comienza a hablar del sufrimiento de los trabajadores, por lo que se convirtió en un tema político y religioso que los intelectuales han analizado a través del tiempo.
Es así como, al incluir el bienestar físico, mental, emocional y social, se están combinando una serie de elementos que otorgarían al individuo una buena salud integral, que se logra cuando el ser, el espíritu, el cuerpo y el alma se encuentran en armonía; invitando a las personas a asumir actitudes y hábitos que favorezcan el desarrollo de cada uno de los estados de bienestar de los que hemos hablado.
Una de las primeras cosas que debe hacerse para lograr el bienestar físico, mental y emocional, es romper con el sedentarismo, apartarnos por más tiempo de los televisores, las computadoras, el internet, realizando cosas nuevas, haciendo actividades físicas, desde caminatas hasta los deportes extremos, estableciendo rutinas que nos ayuden a superar los miedos, a desarrollar la confianza en sí mismos, para así cultivar valores, aficiones y hábitos positivos en pro de nuestro crecimiento personal y espiritual.
Por otra parte, debemos establecer una alimentación balanceada para tener un bienestar físico, meditar, interrelacionarnos con personas positivas que en lugar de restarnos, sumen cosas positivas a nuestras vidas. A través de este tipo de relaciones, podemos ir desapegándonos de relaciones tóxicas, que hacen que lleguen a nosotros emociones negativas como la ira, la ansiedad, la tristeza, incluso hasta llegar a estados depresivos, que pueden variar en intensidad, y que muchas veces requieren de la ayuda de un especialista.
De este modo, se debe evitar por todos los medios de caer en situaciones emocionales, que nos hagan reaccionar desde la ansiedad, tristeza, depresión e ira, porque esto genera cambios en la conducta, generándose algunas veces las adicciones, como al alcohol, al cigarrillo, o peor aún a las drogas.
Por otra parte, si estas reacciones emocionales se mantienen, pueden disparar los niveles de activación fisiológica y volverlos más intensos, lo cual genera efectos adversos a la salud mental y al bienestar físico, por lo que el aspecto emocional juega un papel determinante en el proceso de obtención de un bienestar integral.
Un ejemplo de lo anterior, es lo que ocurre con los pacientes que padecen de hipertensión arterial, asma, cefaleas crónicas, entre otras enfermedades, ya que ellos están propensos a sufrir de niveles de ansiedad e ira más altos que los de la población general; lo cual hace que la activación psicológica sea alta, y se presente la llamada inmunodepresión, que propicia el desarrollo de enfermedades inmunológicas o infecciosas; por lo que tanto lo mental como lo emocional se asocian directamente con el bienestar físico, y al final todos juntos repercuten sobre el bienestar social.
ALFA