Los buenos hábitos de alimentación para los niños deben establecerse desde los primeros años de vida. Si bien, la infancia es caracterizada por la ingesta de comida chatarra, en estas etapas iniciales es fundamental para el desarrollo físico y mental una ingesta balanceada de nutrientes.
Para un niño un vegetal es su mayor enemigo, pero si se toman las medidas necesarias, y se presenta un plato agradable a la vista, sin duda, lo tomará como un alimento más interesante, que será clave en las venideras etapas de desarrollo. Además de tomar en cuenta lo que se sirve en el plato, los padres deben tomar integrar las reglas a seguir al momento de estar en la mesa familiar.
La higiene es la parte inicial. Toda la familia debe lavarse las manos antes de comer. Debe ser una norma inquebrantable, que con el ejemplo, es más fácil de adecuarla como un hábito para los más pequeños del hogar. Por consiguiente, vendrá la atención hacia la acción de comer en familia, por lo que ningún objeto que distraiga debe estar presente tal como los dispositivos inteligentes y la televisión.
Un niño con apetito es aquel que no ha consumido golosinas o snacks antes de sentarse a la mesa. Si bien, se recomienda que los pequeños tengan además de su desayuno, almuerzo y cena, dos meriendas: una a media mañana y otra en la tarde, procure adecuar las horas de diferencia para evitar comidas a medio terminar.
El agua debe priorizar como bebida. En caso de querer usar jugos de frutas, procure utilizar la menor cantidad de azúcar, y ni pensar en el uso de bebidas gaseosas. Considerado como algo común, pero si se desean niños sanos deben adecuarse los hábitos más correctos, y no los más populares.
Anteriormente se habló de los vegetales como los amigos menos agradables que un niño puede considerar tener, pero si se presenta de manera variada, no tendrá ningún problema para que su pequeño los encuentre apetitoso. Una presentación sencilla pero que generé interés, y por consiguiente, el apetito. Aproveche la curiosidad propia de esa edad, los resultados serán inimaginables.
El equilibrio también debe presentarse a la mesa. Procure tomar en cuenta tanto proteínas como carbohidratos, fibras, y grasas saludables. Recuerde siempre que una alimentación balanceada es la guía fundamental en el desarrollo de los niños. Conllevando también a la paciencia, pues si el pequeño se atrevió a probar siquiera la comida, pero no le gustó alguno de sus elementos, no se apoye en el castigo para obligarlo. Esto acarreará más consecuencias negativas que positivas.
La hora de la comida es un momento único en que se pueden compartir experiencias. Un adulto es el mayor ejemplo que tienen los niños. Si usted da el primer paso, por naturaleza sus hijos le seguirán, por lo que más allá de considerar estos hábitos alimenticios exclusivos para los niños, intégrese a esta forma de vida para mejorar tanto su bienestar como el de sus seres más queridos.
ALFA