Al hablar de la miel se nos viene a la mente las abejas, la dulzura y el néctar de las flores, a muchos les puede invadir un sentimiento ancestral y recuerden momentos de su infancia, y es que la miel es un producto natural utilizado por los seres humanos desde sus orígenes, por su alto valor nutritivo y beneficios maravillosos, existiendo evidencias de su uso en cuevas que datan de 7000 años antes de Cristo, como por ejemplo la Cueva de la Araña en Valencia-España, en la cual hay una serie de pinturas rupestres que muestran a un hombre recolectando miel.
Por otra parte, existen diferentes manuscritos como los de Teba en Egipto, que fueron encontrados en el año 1870 antes de Cristo, y en los que se evidencia que los egipcios alimentaban a sus hijos con miel. Ellos creían que la miel provenía de las lágrimas del Dios Ra, considerándola como un alimento bendito y puro, que servía inclusive, para conservar otros alimentos como la carne, la cual era depositada en barriles durante las expediciones que realizaban a lugares lejanos.
Cabe destacar que, en el recorrido de estas expediciones que en muchas veces eran prolongadas, la miel era utilizada para curar heridas, llagas, cataratas, quemaduras, demostrándose su alto poder sanador, además de ser fortificante y gran dador de energía al cuerpo.
Como dato curioso podemos citar que la frase “Luna de Miel”, viene de una vieja costumbre romana, según la cual la madre de la novia dejaba un envase con miel en la alcoba de los recién casados con la finalidad de reponerles sus energías en los días sucesivos a la boda.
Para conocer un poco de la historia de este maravilloso producto natural, es conveniente saber que Hipócrates en el siglo V antes de Cristo, le atribuyó poderes terapéuticos y beneficios importantes para la longevidad de las personas, incluso, Asinio, amigo de Augusto, cuando le preguntaban a que atribuía su longevidad (vivió 100 años) expresaba lo siguiente “aceite por fuera y miel por dentro”.
Por tanto, los hallazgos y relatos históricos demuestran que los beneficios de la miel son conocidos desde hace milenios antes de Cristo, y desde entonces este producto natural es consumido por millones de personas en el mundo, otorgándole un sitial de honor en la cadena alimenticia y en el uso para la elaboración de diversos productos cosméticos y terapéuticos.
Otro aspecto importante es su pureza, la cual es la mayor conocida en cualquier producto natural, ejemplo de ello son los hallazgos encontrados en 1922 en la tumba de Tutankamón, donde se encontraron envases llenos de miel herméticamente cerrados en perfectas condiciones, a pesar de los 33 siglos transcurridos. De allí la gran importancia que se le ha dado a la miel, como producto alimenticio y muy usado en la cosmética por sus beneficiosos a la piel.
En el plano espiritual, la miel es considerada un símbolo de sabiduría, ya que los grandes profetas atribuían a ésta calificativos como: dulzura, virtud, justicia y bondad divina, incluso, en el Corán se habla en términos sagrados de las abejas y la miel, expresándose: “La miel es el primer beneficio que Dios dio a la tierra”.
En otras culturas americanas, como los Incas y Aztecas, la miel desempeñó un papel fundamental en los ritos religiosos, como los de iniciación y purificación, que corrobora aún más su importancia desde el punto de vista antropológico, y junto a las diversas investigaciones científicas representan evidencias contundentes de los grandes beneficios de la miel, no sólo para el ser humano, sino para la naturaleza y la vida en el planeta tierra.
En este orden de ideas, debemos destacar el hecho de que la abeja melífera es posiblemente el insecto más estudiado de la naturaleza, según Vásquez (2005) quien también expresa que “la miel se convirtió debido a las extraordinarias propiedades que el hombre veía, en su productora y en la sustancia que elaboraba, en un alimento espiritual, una comida de inmortalidad”.
Asimismo, la miel se considera desde la antigüedad como un símbolo de abundancia y prosperidad, que ayuda a potenciar las energías no sólo en el ámbito físico sino espiritual, por lo que actualmente en diversos países se utiliza en rituales para atraer la abundancia, prosperidad y como potenciador relajante y estimulante del organismo.
Según Havsteen (2002) “la miel tiene muchas propiedades terapéuticas, y se puede usar externamente debido a sus propiedades antimicrobianas y antisépticas”. Así, la miel favorece la cicatrización y prevención de infecciones en heridas o quemaduras superficiales. Es también utilizada en cosmética para la elaboración de cremas, mascarillas faciales, tónicos, entre otros productos, gracias a sus cualidades astringentes y suavizantes.
Es importante señalar que en un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se le considera segura, fuera del período de la lactancia, para aliviar la tos, por lo que es usada para el alivio sintomático del resfriado. Asimismo, estudios en personas de entre 2 y 18 años con infecciones en las vías respiratorias demostraron que es capaz de aliviar las membranas irritadas en la parte posterior de la garganta y que tiene efectos antioxidantes y antivirales.
En sus informes la OMS (2010) se aclara que la dulzura y textura de jarabe pueden calmar el dolor de garganta, pero también tiene un papel fundamental en este proceso su contenido antioxidante y su efecto antimicrobiano. Por otra parte, debe señalarse que no es recomendable para niños menores de un año, debido a que existe el peligro del desarrollo del botulismo. Sin embargo, este riesgo se hace ínfimo en niños más grandes. Así, es un hecho muy conocido, que popularmente en algunos países se combaten los catarros endulzando con miel al zumo de limón o el té de cebolla.
Otro aspecto relevante de la miel es su alta pureza y caducidad, lo cual le otorga un poder adicional, ya que debido a su alta concentración de azúcar, mata a las bacterias por lisis osmótica, por lo que las levaduras aerotransportadas no pueden prosperar en la miel por la baja humedad que contiene.
Ahora bien, por su alto valor nutritivo se incluye en la dieta de niños, adolescentes, adultos y personas de la tercera edad, ya que es puede ser uno de los mejores recuperadores musculares que existen, de allí que muchos deportistas la consumen, debido a que cuando hacemos deporte nuestro organismo consume las reservas de glucosa, haciendo que nuestros niveles de azúcares disminuyan enormemente, esto lo que hace es que si no tenemos la cantidad adecuada de glucosa no dispongamos de energía rápida y necesaria para afrontar una actividad deportiva de alta intensidad.
Podemos entonces recurrir a la miel, para que nos otorgue sus beneficios y recuperar los niveles adecuados, sobre todo después del entrenamiento, considerando que los músculos han estado sometidos a un alto desgaste, por lo que es necesario reponer los azúcares y los minerales perdidos para así lograr una recuperación mucho más rápida, tomando en cuenta que la miel es un alimento que contiene altas cantidades de azúcares fácilmente asimilables por el organismo, así como minerales necesarios para los músculos.
Avanzando un poco en el relato de la maravillosa miel, debe señalarse que día a día se van descubriendo más propiedades beneficiosas, como las relacionadas con sus propiedades antioxidantes, que muchos investigadores alrededor del mundo han demostrado, como el caso de las investigadoras españolas Rosa Ana Pérez, Lucía Vela y Cristina de Lorenzo, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), que a su vez han llegado a la conclusión que la mejor miel por sus propiedades antioxidantes es la miel mielada, de bosque o salvaje.
Es así como, son ampliamente conocidos los beneficios milenarios de este alimento estrella elaborado por las abejas a partir del polen de las flores; por lo que a menudo es un tema muy discutido, considerándose como el principal producto elaborado por estos insectos maravillosos, sin embargo, existen otros productos igualmente útiles y con grandes beneficios que se derivan de la apicultura, tales como el polen, la jalea y el propóleo; sustancia que en los últimos años ha sido utilizada en la elaboración de productos cosméticos como cremas y jabones.
Esta mención especial del propóleo es muy merecida, debido a que esta maravillosa sustancia que recolectan las abejas cuando el néctar y el polen son poco abundantes, son resinas de árboles que las abejas recolectan para endurecer las paredes más internas de la colmena y proteger el panal y por ende a la miel, de allí que ésta es tan pura. Puede decirse entonces, que gracias al propóleo, la miel se ha convertido en uno de los productos más puros de la naturaleza.
Cabe destacar, que es un producto que se encuentra en pequeñas cantidades en la colmena, ya que las abejas dejan de recolectarlo en cuanto las cantidades de polen son elevadas, por ello es un producto costoso de obtener, pero con un sinfín de beneficios, que se conocen desde la antigüedad.
Es importante destacar también que este protector de la miel, se caracteriza por la presencia de flavonoides que se detecta en su contenido, los cuales se encargan de proteger y aumentar las defensas del organismo para que podamos responder frente a las agresiones que nos llegan del exterior, convirtiéndose en una sustancia muy bien considerada dentro de la medicina y la cosmética, debido a sus propiedades antibacterianas, antialergénicas, antimicóticas, fitoinhibidoras, entre otras.
Es así como, la miel es ese alimento que a través de los milenios ha proporcionado al ser humano energía no sólo física y orgánica, sino también espiritual, pasando a formar parte de la dieta en muchas culturas, de ritos religiosos y de investigaciones científicas, que le han otorgado un sitial de honor dentro de la gama de productos naturales que se producen en el mundo. Por tanto, la miel es y será una amiga fiel e inseparable para millones de personas.
ALFA