El hombre desde sus inicios ha contemplado el cielo nocturno y por tradición ha usado a la astrología para darle sentido a los sucesos terrenales que ocurren, profiriendo la capacidad de hallar entre los astros y cuerpos celestes, las respuestas que busca en el porvenir.
Naturalmente esto ha marcado a la humanidad desde sus primeros días, cuando las creencias míticas heredadas de los antepasados eran dadas por hecho sin mayor cuestionamiento, pero ¿cómo no creer que los cuerpos celestes interfieren directamente en nosotros? Si desde los inicios de la civilización humana, se han usado a los astros para guiar a los viajeros, planificar cosechas y mucho más.
De esta forma se comprende a la astrología entre los conocimientos metafísicos, al cubrir la necesidad de aliviar el tedio de lo que podía deparar el futuro, por lo que los Caldeos en Babilonia tuvieron desarrollado un sistema en el año 3.000 A.C. mientras que los chinos de forma independiente (al igual que muchas otras culturas del mundo antiguo) desarrollaron su sistema astrológico en el 2.000 A.C.
En este mismo orden de ideas, los pueblos de Grecia también desarrollaron su sistema astrológico, por lo que señalaron y dieron forma a constelaciones basadas en sus sistemas de creencias, entre las que escogieron doce, que alineadas en su momento con el sol durante una época del año, definían bajo qué signo nacía una persona, en una práctica que heredarían los romanos y conservaríamos como tradición hoy en día.
No obstante, en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), se reconoce como “ciencia” al “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”, con lo que la astrología queda en terreno escabroso al querer etiquetarla como una ciencia.
Precisamente por no poder deducir fielmente principios y leyes generales o predecir exactamente su área de estudio, la astrología no puede ser considerada una ciencia, pero no obstante, no deja de ser una tradición milenaria que ha arrojado a lo largo de su práctica, varios aciertos como para tomarla en cuenta como una herencia que nos muestra algunas predisposiciones.
Efectivamente la RAE también denota un término para la astrología, el cual consiste en el “Estudio de la posición y del movimiento de los astros como medio para predecir hechos futuros y conocer el carácter de las personas”, por lo que al ayudarse de la astronomía (que sí cuenta ampliamente como una ciencia al estudiar los astros, sus movimientos y las leyes que los rigen), puede facilitar conocimientos útiles en el área, pero no dar fiel garantía con respecto a eventos futuros o con respecto a la personalidad de algunas personas.
Debido a esto, se puede decir que efectivamente, la astrología es más una tradición que una ciencia, pero que esto no quita el nutrido legado cultural que ha conllevado consigo con el paso de los milenios y que sigue con nosotros día a día.
ALFA