Las mujeres tienen la tendencia de acomplejarse por los diversos detalles que componen su fisonomía, sin darse cuenta que son esos rasgos los que muchas veces le brindan a su semblante personalidad y distinción ante los demás. Las pecas son consideradas como uno de los peores defectos entre la mayoría de las féminas. Pero, ¿por qué en lugar de odiarlas, no las amamos? El mundo de ahora gira en torno a la apariencia; al punto de permitir que sus comentarios modifiquen nuestro concepto. La autoestima juega un factor fundamental en estas situaciones.
La belleza es relativa; lo que para algunos puede resultar poco atractivo, para otros puede ser encantador. La inconformidad con frecuencia nos hace menospreciar nuestras dotes naturales y anhelar los de otra persona; sin embargo, esto no debería ser así. Y sin las pecas son la diferencia con la que hemos nacido, debemos sentirnos orgullosas de tenerlas. Su presencia en el cuerpo nos hace bellas.
Además, es posible mirar su lado positivo. Las mujeres que aprenden a vivir con esta peculiaridad propia, suelen reducir sus niveles de inseguridad ante la sociedad; esto trae como consecuencia un mayor y mejor desenvolvimiento en el su espacio laboral, social e inclusive amoroso. Puesto que sienten confianza con su aspecto.
Asimismo, el resultado de su aceptación será gratificante; generando la sensación de felicidad y comodidad tanto interna como externa. No debemos avergonzarnos de tener pecas, estas resaltan en nosotras delicadeza y sensualidad.
Por otro lado, a veces la idea de no sentirse bien con su presencia, porque reduce el atractivo, no viene de nosotras. Este concepto lo adquirimos al oír lo que piensa un grupo de personas con respecto a ese punto. Pero no hay porque escuchar solo las opiniones negativas. En el mundo comercial de la moda y la belleza existen supermodelos con pecas; ellas son hermosas y no se preocupan por la opinión pública. Debemos considerarnos así e inmutarnos ante los distintos comentarios que se puedan filtrar a nuestro subconsciente. Pues, son ellos los que con regularidad afectan nuestra autoestima.
Por la necesidad de querer encajar o ser aceptadas por el entorno, buscamos cambiar nuestro semblante para complacer los requisitos de otros y no sentirnos rechazadas por la sociedad. Pero son en estos casos donde se evidencia qué tanto nos valoramos como persona.
Apreciar cada parte que nos compone es importante, todavía más si son las pecas las que nos integran, pues solo nos traen beneficios estéticos y personales, sus desventajas las generamos con nuestra mente. Mostrarnos complacidas con la apariencia nos denotará con firmeza, respeto propio y determinación; como resultado seremos admiradas por aquellos que piensan igual que nosotras.
Debemos amarnos como somos, pues cada mujer nace con una lindura única a la que se le puede sacar provecho de forma positiva, solo debemos empezar por aceptarla. Si en nuestro caso son las pecas, ¡démosle la bienvenida! Con ellas llegarán todos los beneficios ya mencionados.
No hay mejor consejo que amarnos, con pecas o sin ellas.
Buen artículo. La opinión pública nos afecta a diario.
Buenos consejos, espero hacerle frente a mi complejo con las pecas y poder conseguir todos esos beneficios.
Las mujeres deben quererse a sí mismas, todas son admirables y distintas.
Sí, a veces es increíble lo que buscamos hacer para evitar el rechazo.