Miércoles, 10 de febrero de 2016. Una estudiante de origen israelí, diseñó unas joyas que generan electricidad, haciendo uso de la energía del propio cuerpo de la usuaria. Lo increíble y quizás grotesco, es que las prendas deben ser literalmente clavadas en el cuerpo, para que la fuente productora de la energía eléctrica, sea el movimiento del flujo sanguíneo. Veamos en qué consiste la propuesta.
El nombre de su inventora es Naomi Kizhner, quien explicó en una entrevista publicada en una reconocida revista especialista en temas de la mujer; que estas joyas forman parte de un proyecto denominado “Adictos a la energía” y que para algunos la macabra y espeluznante colección está compuesta por tres joyas diferentes: “El Intermitente”, “El Conductor E-pulso” y “El Puente de Sangre”.
Las piezas están elaboradas en oro y biopolímeros, diseñados gracias a la tecnología 3D. “El Intermitente”, es el menos impactante e invasivo, pues no necesita clavarse en la piel. Se ubica entre los ojos y su capacidad de almacenamiento viene dada a través del pestañeo de quien lo usa.
“El Conductor E-pulso”, es un dispositivo diseñado para llevarlo en la espalda, clavado en la zona donde está ubicada la espina dorsal. Son los impulsos eléctricos que genera esta área, los que producirían la energía.
Finalmente y definitivamente el más espeluznante de todos, “El Puente de Sangre”. Este se inyecta mediante dos agujas que tiene el dispositivo en sus extremos. Cada una en una vena, recibe el movimiento del flujo sanguíneo circulante. En tal sentido, el paso de la sangre, mueve una rueda ubicada en el interior de la joya, generando así la energía.
Para su creadora, esta propuesta representa una alternativa en cuanto a generación energética se refiere; y aunque está consciente que quizás es demasiado audaz, también considera que para todo producto existe un mercado latente.
Por otra parte, más allá de la belleza de sus piezas que quizás puede confundirse por sus formas de uso; la colección tiene como objetivo fundamental presentar un planteamiento ante una realidad hipotética, imaginaria, pero no imposible, de un mundo sin fuentes generadoras de energía; por lo que igualmente vincula el proyecto a estudios ecoambientales. En sus propias palabras, “elementos que no son solo bonitos, sino que le ponen a pensar”.
Agregó que la idea surge ante la interrogante, ¿hasta dónde estarían dispuestos los seres humanos a llegar para generar energía? He allí la fuente de la discusión, ante una sociedad en la que el uso de artefactos y dispositivos eléctricos dominan el día a día de los seres humanos; y que el simple hecho de quedarse sin batería en su celular, puede convertirse en la causa de una crisis personal y laboral de límites insospechados. Definitivamente, buen tema de reflexión, entre percibir el cuerpo humano como un recurso y el sacrificio que implicaría.
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